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Comprar aviones en tiempos de crisis

23 de diciembre de 2022 - 05:00 a. m.
La decisión de renovar la flota de combate de Colombia no tiene justificación en un país que le apuesta a la paz. / Foto de referencia
La decisión de renovar la flota de combate de Colombia no tiene justificación en un país que le apuesta a la paz. / Foto de referencia
Foto: Getty Images - Patrick Aventurier

Entre todas las maromas retóricas que han tenido que usar el presidente Gustavo Petro y su ministro de Defensa, Iván Velásquez, para justificar la compra de una nueva flota de aviones de combate, no hemos escuchado la respuesta a una pregunta básica que también planteó el movimiento petrista cuando era oposición: ¿cuál es la necesidad, en tiempos de crisis económica, de hacer un gasto tan oneroso por material de combate en un país sin conflictos internacionales? Por más que lo intenten justificar, es una apuesta por la guerra que es incomprensible cuando Colombia tiene tantas necesidades.

Hay que ver cómo la Casa de Nariño ha intentado defender una decisión que, cuando intentó tomarla el entonces presidente Iván Duque, fue ampliamente criticada por la oposición que ahora es gobierno. En un trino, el presidente Petro escribió que “no se gastará un solo peso de la reforma tributaria ni de la inversión social en aviones de combate”. En entrevista con W Radio, el ministro de Defensa dijo que “ya ha sido aceptado por algunos oferentes el pago de la flota dentro de cinco años. Esto está incluido en las consideraciones”. Eso, por supuesto, es dar vueltas sobre lo mismo: Colombia tendrá que pagar un monto multimillonario, sea con el dinero de la reforma tributaria más reciente o con la que se tenga para hacerlo en cinco años. Y no es cualquier rubro: según cifras de la prenegociación, serían unos $15 billones los que irían a Francia a cambio de los aviones Rafale.

Según la Consejería Presidencial para la Información y la Prensa, “renovar es necesario debido a que la flota actual ha tenido más de 42 años de uso (más de 30 años de operación en Colombia). Su operación y mantenimiento son costosos y puede ser riesgoso”. El mismo presidente Petro, antes de que se armara el escándalo, había dicho en tono jocoso que “ya era un peligro subirse a esos aparatos, esposas de pilotos me lo agradecerán”. En otras palabras: la inversión va porque va.

El 16 de marzo de 2021, el entonces senador Petro había escrito en Twitter: “La compra de aviones en medio de una crisis como la que vivimos es el máximo grado de irresponsabilidad de un gobernante. No entiendo un país que pueda aplaudir que no se usen los recursos para salvar la vida y en cambio sí en instrumentos para bombardear a niños”. Más allá de que se nota que el ahora presidente aprendió rápido que gobernar es muy distinto a la comodidad de hacer oposición, el problema de raíz es que el Petro senador tenía razón. Colombia está en medio de una crisis económica que solo empeorará el año entrante y para eso tuvo que hacer una reforma tributaria muy ambiciosa. Decir que los recursos saldrán en el futuro es dar vueltas en círculo, porque el gasto estará ordenado y comprometerá a Colombia. ¿Todo para qué? ¿Por qué el país tiene que renovar una flota de aeronaves de combate? ¿Para qué, exactamente, los necesita?

Las críticas que ha recibido el Gobierno tienen sentido: no puede hablarse de “paz total”, de un cambio en las prioridades de inversión, y al mismo tiempo hacer gastos injustificables en defensa. Pensábamos que el paradigma había cambiado.

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