Cuando la sal se corrompe
Las noticias sobre hechos de corrupción siguen dándole la vuelta al mundo. En los últimos días, varios hechos vergonzosos así lo demuestran. La renuncia forzada del presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma. La detención el expresidente de Guatemala Álvaro Colom y varios de sus exministros. La solicitud de investigación contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. Lo anterior sumado a la reciente imputación contra Lula da Silva, los señalamientos contra el presidente de Brasil, Michel Temer, y el caso del exvicepresidente de Ecuador Jorge Glas, condenado a seis años de cárcel.
El Espectador
El expresidente de Uruguay José Pepe Mujica, considerado como un pilar del manejo pulcro de los recursos del estado, ha repetido que la política no está hecha para hacer dinero. Quienes así lo crean van a caer en actos de corrupción. Infortunadamente, el tema de la probidad frente a los recursos públicos no es precisamente una virtud. Por supuesto que no se puede generalizar y endilgarles a todos los políticos una vinculación directa con este tipo de hechos delictivos. Ejemplos hay, y muchos, de servidores públicos y personas que se dedican a la actividad política dando muestras diarias de su compromiso con la honestidad y la integridad frente a los recursos del Estado. Sin embargo, continúan aumentando los escándalos por corrupción.
El caso de Zuma es emblemático. En el poder desde 2009, había acumulado gran influencia dentro del país y dentro de su propio partido, el Congreso Nacional Africano (CNA). Esto le permitió sobrevivir a ocho mociones de censura en el Parlamento. Los congresistas del CNA no permitieron que las mismas prosperaran. Sin embargo, acusaciones de corrupción, sumadas al mal desempeño que tuvo el partido en las pasadas elecciones regionales, llevaron a que fuera el propio presidente de su partido quien le pidiera la renuncia, so pena de no sobrevivir políticamente a la nueva moción convocada para los próximos días. Zuma no tuvo otra salida que dar un paso al costado.
El otro caso emblemático es el de Álvaro Colom. En Guatemala viene actuando de manera muy eficiente y profesional la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cigig), creada por Naciones Unidas para la luchar contra la corrupción en dicho país. Al frente de la misma se encuentra el exmagistrado colombiano Iván Velásquez, quien ha recibido reconocimiento internacional por su labor. Colom fue detenido el pasado martes, junto a la mayoría de los integrantes de su gabinete de entonces, por el caso del Transurbano, sistema similar al de Transmilenio. Los señalamientos los vinculan con su adjudicación y el violentar las normas y procedimientos previstos en la ley con respecto a bienes del Estado. Adicionalmente, la Cicig tiene en la mira al actual presidente, Jimmy Morales, por hechos de corrupción, a los que ha vinculado a su hijo y a su hermano. El tema continúa vigente.
El caso de Netanyahu es más complejo. El primer ministro va a completar nueve años en el cargo. La Brigada Anticorrupción presentó un informe en el cual se les señala a él y a su familia de haber recibido lujosos regalos por cerca de US$200.000. Entre ellos, de un productor de cine en Hollywood, quien al parecer habría recibido beneficios fiscales por varios millones de dólares. De otro lado, podría existir un favoritismo que beneficia a Arnon Moses, editor del mayor periódico israelí, el Yedioth Ahronoth, a cambio de un cubrimiento que atendiera a las necesidades de Netanyahu. Éste ha negado todas las acusaciones. Para actuar, se necesita que el fiscal general abra formalmente un caso. De momento, los partidos que hacen parte de la coalición de gobierno han anunciado su respaldo al jefe de Gobierno de Israel.
Es importante que la justicia actúe con celeridad y transparencia en estos casos. ¿Qué se hace, según la sentencia bíblica, cuando la sal se corrompe?
El expresidente de Uruguay José Pepe Mujica, considerado como un pilar del manejo pulcro de los recursos del estado, ha repetido que la política no está hecha para hacer dinero. Quienes así lo crean van a caer en actos de corrupción. Infortunadamente, el tema de la probidad frente a los recursos públicos no es precisamente una virtud. Por supuesto que no se puede generalizar y endilgarles a todos los políticos una vinculación directa con este tipo de hechos delictivos. Ejemplos hay, y muchos, de servidores públicos y personas que se dedican a la actividad política dando muestras diarias de su compromiso con la honestidad y la integridad frente a los recursos del Estado. Sin embargo, continúan aumentando los escándalos por corrupción.
El caso de Zuma es emblemático. En el poder desde 2009, había acumulado gran influencia dentro del país y dentro de su propio partido, el Congreso Nacional Africano (CNA). Esto le permitió sobrevivir a ocho mociones de censura en el Parlamento. Los congresistas del CNA no permitieron que las mismas prosperaran. Sin embargo, acusaciones de corrupción, sumadas al mal desempeño que tuvo el partido en las pasadas elecciones regionales, llevaron a que fuera el propio presidente de su partido quien le pidiera la renuncia, so pena de no sobrevivir políticamente a la nueva moción convocada para los próximos días. Zuma no tuvo otra salida que dar un paso al costado.
El otro caso emblemático es el de Álvaro Colom. En Guatemala viene actuando de manera muy eficiente y profesional la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cigig), creada por Naciones Unidas para la luchar contra la corrupción en dicho país. Al frente de la misma se encuentra el exmagistrado colombiano Iván Velásquez, quien ha recibido reconocimiento internacional por su labor. Colom fue detenido el pasado martes, junto a la mayoría de los integrantes de su gabinete de entonces, por el caso del Transurbano, sistema similar al de Transmilenio. Los señalamientos los vinculan con su adjudicación y el violentar las normas y procedimientos previstos en la ley con respecto a bienes del Estado. Adicionalmente, la Cicig tiene en la mira al actual presidente, Jimmy Morales, por hechos de corrupción, a los que ha vinculado a su hijo y a su hermano. El tema continúa vigente.
El caso de Netanyahu es más complejo. El primer ministro va a completar nueve años en el cargo. La Brigada Anticorrupción presentó un informe en el cual se les señala a él y a su familia de haber recibido lujosos regalos por cerca de US$200.000. Entre ellos, de un productor de cine en Hollywood, quien al parecer habría recibido beneficios fiscales por varios millones de dólares. De otro lado, podría existir un favoritismo que beneficia a Arnon Moses, editor del mayor periódico israelí, el Yedioth Ahronoth, a cambio de un cubrimiento que atendiera a las necesidades de Netanyahu. Éste ha negado todas las acusaciones. Para actuar, se necesita que el fiscal general abra formalmente un caso. De momento, los partidos que hacen parte de la coalición de gobierno han anunciado su respaldo al jefe de Gobierno de Israel.
Es importante que la justicia actúe con celeridad y transparencia en estos casos. ¿Qué se hace, según la sentencia bíblica, cuando la sal se corrompe?