Cuidado con los centros de reclusión

Era inevitable que el COVID-19 llegara a las cárceles del país y, aun así, el actuar de las autoridades no ha tenido la velocidad necesaria para evitar una tragedia. Dos reclusos muertos de la cárcel de Villavicencio y otros cuatro en observación con problemas respiratorios son un saldo angustioso que necesita medidas extraordinarias cuanto antes.

El Espectador
13 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

Ya lo habíamos discutido cuando se presentó el motín en varias ciudades del país, con un desenlace fatal para más de dos decenas de personas privadas de la libertad. El Gobierno Nacional, en cabeza del Ministerio de Justicia, viene debatiendo qué hacer con el hacinamiento carcelario, pero los obstáculos han demorado una medida que es de urgencia manifiesta. Incluso si hoy se toma una decisión, no sobra preguntar por qué se esperó a que ocurriera una tragedia como la de la cárcel de Villavicencio.

Los grupos de expertos han sido claros en sus propuestas. El hacinamiento fomenta el contagio y puede causar colapsos en los centros de reclusión. En la cárcel de Villavicencio, por ejemplo, hay un hacinamiento del 99 %, pues está construida para 899 personas y hay 1.789. En el pabellón donde estaban esos dos reclusos hay 537 personas, de las cuales 60 eran adultos mayores que fueron trasladados a otro patio.

Como escribió Rodrigo Uprimny en El Espectador, “no existe una cárcel hacinada que respete la dignidad de los internos” y, por eso, “el Estado debe acabar hoy el hacinamiento, y puede hacerlo sin poner en riesgo a la ciudadanía”. El cómo está: “frente a detenidos, sustituir la detención por otras medidas cautelares, como la vigilancia electrónica, para quienes no representen riesgo social; frente a condenados, otorgar libertad condicionada o prisión domiciliaria durante la emergencia por COVID-19 para quienes hayan cometido delitos que no sean graves ni violentos”.

Sea cual sea la decisión tomada por el Gobierno, debe venir pronto para que la historia de Villavicencio no se repita. Colombia no puede fallarle a una población que, de por sí, en condiciones normales ve a menudo vulnerada su dignidad.

En cuanto a las personas fallecidas en la cárcel, el director del Inpec, general Norberto Mujica, dijo que “los dos son de tercera edad. Estaban en el mismo alojamiento, pero no hay una relación directa como tal entre los dos. O sea, que fueran amigos o que permanecieran juntos. No es así, pero estamos hablando del mismo pabellón y por eso se prenden las alarmas”. Las medidas de contención se han tomado hasta ahora, pero el hacinamiento genera angustia en los reclusos, los funcionarios del Inpec y sus familiares.

No permitamos que las cárceles del país se conviertan en la crónica de más tragedias anunciadas. Tenemos las herramientas a nuestra disposición y ya, en otros aspectos, el Gobierno Nacional ha mostrado ambición y creatividad en la adopción de medidas de choque. El Ministerio de Justicia tiene la palabra para que estos hechos no se unan a las malas noticias sobre el coronavirus en todo el mundo.

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