En Cardiff, Escocia, los jefes de Estado de la Alianza Atlántica decidieron poner freno de inmediato a las agresiones de Rusia en Ucrania y el avance del Estado Islámico (EI) en Irak y Siria. La creación de una fuerza de acción rápida, con sede en Polonia, y la conformación de una alianza para actuar en Irak contra los yihadistas, son dos importantes resultados. Estos resultados se suman a un cese el fuego bilateral en Ucrania que, de mantenerse, puede ser el principio del fin del conflicto separatista.
Las dos situaciones, que han ocupado los recientes titulares internacionales, habían puesto a Estados Unidos y a los países europeos contra las cuerdas. ¿Cómo actuar con prontitud y de manera asertiva en dos frentes en los que están involucrados distintos actores y variables, pero que amenazan por igual la estabilidad regional? Dado todo lo que está en juego ante el expansionismo ruso hacia el oeste, y la implantación de un califato fundamentalista en una zona que ya de por sí es un polvorín en Oriente Medio, los países involucrados optaron por una decisión colegiada. De esta manera otra reunión periódica de la OTAN, prevista hace más de un año, sirvió de escenario ideal.
Lo cierto es que las provocaciones de Vladimir Putin en Ucrania habían pasado hace rato la línea de tolerancia. Tras la anexión de Crimea aumentó el apoyo a los separatistas ucranianos. Las tibias medidas adoptadas por los países occidentales, como la suspensión o expulsión de Rusia de ciertos mecanismos multilaterales, la cancelación de visas a funcionarios del Kremlin y otras más, no surtieron mayor efecto. Luego de medirle el aceite a Estados Unidos y Europa, en los últimos días Putin ordenó el soterrado envío de tropas rusas a combatir junto a los rebeldes con el fin de garantizar la separación de otros dos territorios ucranianos.
Sin embargo, el anuncio de creación de una fuerza de reacción inmediata de la OTAN, estacionada en Polonia, así como la conformación de una fuerza de acción mayor, en caso de necesidad, muestran que en adelante las cosas serán a otro precio para Putin. No es gratuito, por consiguiente, que antes de acabar la Cumbre de Cardiff la presión lograra un cese del fuego entre el gobierno de Kiev y los rebeldes separatistas. A pesar de algunos incidentes menores e intercambio de fuego, este podría ser el primer paso hacia la terminación del conflicto en Ucrania.
El otro grave problema es con el EI. Son entre quince mil y sesenta mil hombres en armas, con casi tres mil voluntarios de varias partes del mundo; dominan un territorio entre Irak y Siria —califato— que tiene un tamaño similar a Bélgica; cuentan con más de 2.500 millones de dólares en sus arcas; armados hasta los dientes y con unos niveles de barbarie y horror que hacen aparecer a Al Qaeda como simples “boy scouts”. En la OTAN se decidió crear una coalición internacional —Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Polonia, Dinamarca y Turquía— que se suma a la actuación que está adelantando Estados Unidos en Irak. El peso de los participantes da a entender la dimensión de la amenaza del EI. Tanto así que Irán, país que ha considerado a Estados Unidos como el Gran Satán, decidió de momento pasar la página y aliarse con su otrora enemigo para enfrentar al EI en Irak. Vea pues cómo cambian los tiempos.
Así las cosas, se cumple la famosa frase según la cual frente a nuevas amenazas hay que diseñar nuevas formas de acción. Es importante recordar que en la era de George W. Bush se actuó de manera unilateral en países como Irak, invadido con total desprecio de las normas de convivencia internacional. Obama, por su lado, trata ahora de mantener cierta coherencia al privilegiar la acción multilateral, bien sea a través de la Alianza Atlántica o de una coalición internacional como en el caso de los yihadistas. El tiempo dirá si las decisiones adoptadas fueron las correctas. Por la paz del mundo, es de esperar que así sea.