Dos historias divergentes en el Ejército

El Espectador
02 de agosto de 2019 - 05:00 a. m.
Si no ha habido nuevas ejecuciones extrajudiciales ni incentivos perversos que las promuevan, ¿por qué se reporta una persecución a los denunciantes? / Foto: Gustavo Torrijos - El Espectador
Si no ha habido nuevas ejecuciones extrajudiciales ni incentivos perversos que las promuevan, ¿por qué se reporta una persecución a los denunciantes? / Foto: Gustavo Torrijos - El Espectador

Este año hemos visto dos historias que no guardan coherencia entre sí respecto del Ejército Nacional y sus directivas. Cuando The New York Times insinuó que habrían regresado los incentivos perversos en el Ejército que en el pasado llevaron a ejecuciones extrajudiciales, el Gobierno Nacional y el mismo Ejército adoptaron una posición defensiva. En síntesis, argumentaron que se estaban malinterpretando las órdenes y que no había motivo de preocupación. Ahora, una comisión nombrada por el presidente de la República, en sus hallazgos preliminares, entra a respaldar esa versión.

Esa es la primera historia. La segunda historia, sin embargo, es muy preocupante. Tan pronto se conocieron las investigaciones de The New York Times, la revista Semana informó que dentro del Ejército se inició una cacería sin pausa para encontrar a quienes prendieron las alarmas. El objetivo era claro: castigarlos y silenciarlos por haber puesto en entredicho las órdenes. Paralelamente a esto se conocieron nuevas denuncias de ejecuciones extrajudiciales y de costreñimiento a los militares que han ido a rendir declaratorias ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Si no había nada malo ocurriendo, ¿por qué se viene presentando esta persecución?

La pregunta de fondo es esencial para el país. Los asesinatos extrajudiciales con el objetivo de presentar a personas inocentes como guerrilleros dados de baja es uno de los peores escándalos en la historia del Ejército Nacional. El hecho de que ese tipo de actividad se haya presentado con la complicidad de militares de alto rango, y todo haya sido fomentado por una política de incentivos para presentar “bajas” como método de mostrar “resultados” en la guerra hace aún más delicadas las denuncias de que estemos viendo el regreso de políticas similares. Es un hecho que no puede repetirse.

Hizo muy bien el presidente Iván Duque en convocar esa Comisión Presidencial de Excelencia Militar para estudiar las denuncias al respecto. Conformada por Alfonso Gómez Méndez, Hernando Yepes Arcila y Mauricio González Cuervo, la semana pasada la Comisión entregó un informe preliminar que llega a dos importantes conclusiones: no se han presentado nuevos casos de ejecuciones extrajudiciales en Colombia y, además, “el conjunto normativo-operacional de las Fuerzas Militares (...) guarda armonía con los principios y reglas del derecho internacional, de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario”. Como mencionamos, esta versión respalda lo que ha dicho desde el principio el Ejército.

Quedan, no obstante, algunas dudas. ¿Qué ocurre con las denuncias de ejecuciones extrajudiciales conocidas por los medios en estos meses? ¿Por qué está ocurriendo, además, el constreñimiento a quienes cuestionaron las órdenes de las directivas del Ejército? La misma Comisión reconoce que fue “un acierto haber procedido a su retiro o derogatoria (de la directriz), en la idea de que no haya la más mínima duda de la excelencia operacional de nuestras Fuerzas Militares y de Policía”. Entonces, ¿por qué no se ha detenido la persecución dentro de las Fuerzas Armadas?

Además, la Comisión se confiesa preocupada por “el significativo número de investigaciones en curso contra miembros de la fuerza pública en la Fiscalía y en la Procuraduría por casos de violación a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario, las cuales deben ser apreciadas en su dimensión por el Gobierno Nacional”. No es una angustia menor.

No se trata de cuestionar la dignidad de las Fuerzas Militares, ni el rol esencial que cumplen para el país. Pero la existencia de estas dos historias divergentes entre sí invita a que las respuestas del Ejército y del Gobierno entiendan las críticas y las incorporen. Todo es para evitar la repetición de una historia nefasta.

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