Publicidad

El monopolio de la fuerza en el Estado no es capricho

01 de junio de 2021 - 03:00 a. m.
La incertidumbre y el caos generan ansias de seguridad, pero los civiles armados no la traen. La Fuerza Pública es y debe ser suficiente para protegernos. Todo lo demás es jugar con candela.
La incertidumbre y el caos generan ansias de seguridad, pero los civiles armados no la traen. La Fuerza Pública es y debe ser suficiente para protegernos. Todo lo demás es jugar con candela.
Foto: Pantallazo

Lo que está ocurriendo en Colombia con civiles armados saliendo a disparar es una tendencia preocupante. Genera suspicacias sobre la efectividad de la prohibición del porte de armas, muestra una extraña pasividad de la Policía y ciertos sectores de la sociedad hacia estos intentos de “autodefensa”, y causa angustia sobre el futuro de un país con tantas tensiones. En el territorio donde ese experimento fue el origen de sanguinarias bandas criminales, ¿por qué hay tanta comodidad con los discursos que abogan por la justicia por mano propia?

Esta pregunta, lastimosamente, es retórica. Las raíces de la complicidad con el paramilitarismo han estado desde hace décadas en el debate público colombiano. Incluso después de las atrocidades cometidas por las Auc, sus líderes seguían siendo aceptados y celebrados en varios sectores de la población colombiana. La idea de que si el Estado no es capaz de protegernos cada quien tiene el derecho a hacerlo por su cuenta es muy persuasiva para quienes no ven que la violencia insensata solo lleva a más tragedias.

Además, desde las propuestas sobre la mesa en el marco del paro nacional hay señales de alerta. Ya le hemos dedicado bastante espacio en editoriales a la pésima propuesta de fomentar el libre porte de armas. Hace poco también discutimos cómo varios empresarios expresaron, en audios publicados por El Espectador, la necesidad de utilizar la “legítima defensa”. Más allá de las particularidades de cada caso y del temor que lleva a esos discursos, lo que está en evidencia es una profunda desconfianza hacia el Estado y hacia los otros colombianos.

Ese es un caldo de cultivo para el desastre. No es especulación: tenemos la historia contemporánea para demostrarlo. Que el monopolio de la fuerza deba estar en el Estado no es un capricho, es una medida de supervivencia para la sociedad colombiana. Si ya de por sí es difícil evitar los abusos de poder con un cuerpo policial y militar altamente entrenado, educado y controlado, ¿qué les hace creer a algunos que tener un montón de civiles armados, ejerciendo justicia por mano propia, va a dar mejores resultados?

Se trata de un espejismo sustentado en el delirio de que existen “los buenos” y “los malos”, esa dicotomía que mueve tanto del discurso político colombiano. La realidad es mucho más compleja. Lo que sabemos sobre los seres humanos es que cuando permitimos que la gente se burle del Estado de derecho para “protegerse”, estamos abriendo la puerta para mucho dolor. ¿Eso es lo que queremos?

En un video viral se ve a Andrés Escobar disparar contra manifestantes. Luego dijo que se trató de un arma de fogueo, como si eso creara menos terror, y que “hemos creado un grupo para el beneficio de toda la comunidad. Salimos a defender la comuna”. En el video se ven por lo menos diez policías que no hacen nada. Esa imagen ya la hemos visto, en otras ocasiones, en este paro nacional. Los ecos que trae del pasado no son alentadores. De lógicas como esas nacieron ejércitos de muerte en este país.

La incertidumbre y el caos generan ansias de seguridad. Pero los civiles armados no la traen. La Fuerza Pública es y debe ser suficiente para protegernos. Todo lo demás es jugar con candela.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.

Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.

 

Gisela(54761)18 de junio de 2021 - 12:48 p. m.
Si es aterradora la desmedida violencia de los policías, más aterradora es la tolerancia de muchos sectores también ante las escenas de civiles disparando. O los que hablan de los "defensores de derechos humanos" sin incluirse. Es un país donde muchos no entienden los fundamentos de una democracia, lo que significa el monopolio de la fuerza, o siquiera la importancia de la separación de poderes.
jhon(uwcy5)18 de junio de 2021 - 12:29 p. m.
Un estado paquidérmico, donde la ley es exclusiva para ciertos segmentos poblacionales y donde el juez de control de garantías da la libertad a los delincuentes aun con las evidencias ante sus marices, es mejor proteger su vida como el derecho mas valioso que tenemos como personas. Un arma de fuego no es la solución final, pero si es una gran disuasión ante tanta inseguridad.
Manuel(47906)05 de junio de 2021 - 02:42 a. m.
Excelente Editorial
Lorenzo(2045)02 de junio de 2021 - 02:15 a. m.
Fidel, ponéte las pilas, home: esta violencia de mancebos armados hasta las pelotas es consecuencia de la maldad intrinseca del giro (de otra vuelta) de tuerca de esa mierda mundial más conocida como el neoliberalismo globalizador. Como recordaba el viejo Borges: una de las características de las cosas gigantescas es su invisibilidad. Fue, ha sido y es tan grande el daño de lo que pasó empezan-
  • Lorenzo(2045)02 de junio de 2021 - 02:24 a. m.
    -do la década de 1990 que resulta inadmisible la atroz influencia en la línea editorial, no solo de EE, sino en la legión del periodismo de los cacaos ("Cacaocracy Mass Journal" -en inglés colombiche, ajeno al anglosajón casadenari): SON 30 AÑOS del HUEVO DE LA SERPIENTE. El viejo concepto (muchos escatiman su macabra letalidad) de la PLUSVALIA a cualquier precio condice el thanatos actual.
Ver más comentarios
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar