El pecado del ecocidio

El Espectador
19 de noviembre de 2019 - 05:00 a. m.
El pecado del ecocidio

La Iglesia católica está clamando porque sus más de mil millones de creyentes regados por el mundo se unan bajo la misma causa: luchar contra la emergencia climática para proteger “la casa común”. Una reunión reciente de obispos se suma al llamado del papa Francisco por crear el “pecado ecológico” para enfrentar con urgencia el reto histórico que tenemos en frente. Se trata de una voz esencial que no debería caer en oídos sordos de empresarios y líderes políticos.

El debate en torno a la emergencia climática ha tenido una historia frustrante. A pesar de que desde hace décadas tenemos información que apunta cómo estamos haciendo invivible el planeta Tierra, han sido múltiples los intentos por obstaculizar los llamados a cambiar nuestros comportamientos de consumo. Por muchos años, la respuesta proveniente de los grandes contaminantes y de muchas personas en la sociedad ha sido que no hay suficiente evidencia, que el daño está exagerado, que no hay motivo para la urgencia.

Eso ha sido desmentido con creces. Sí, estamos en medio de una emergencia y, según los datos más recientes, la pregunta no es si vamos a poder evadir la crisis, sino si aún estamos a tiempo de mermar un poco los peores efectos del cambio climático. La innegable inminencia del desastre ha motivado a jóvenes en todo el mundo a tomarse las calles y protestar, pero, siendo sinceros, en países como Colombia todavía hay una desconexión entre el peligro que tenemos encima y la valoración que de él hacemos los ciudadanos y líderes de distinto tipo.

Por eso, en un mundo todavía muy creyente, el papa Francisco y sus obispos están pidiendo la palabra. “Un sentido elemental de justicia implicaría que algunos comportamientos, de los cuales las empresas son generalmente responsables, no queden impunes. En particular, todos aquellos que pueden considerarse como ‘ecocidio’, la contaminación masiva del aire, de la recursos de tierra y agua, destrucción a gran escala de la flora y la fauna, y cualquier acción capaz de producir un desastre ecológico o destruir un ecosistema”, dijo el sumo pontífice.

Esto se complementa con la propuesta del Sínodo Panamazónico en el Vaticano, que reunió a obispos de todo el mundo para preguntarse por la cuestión ambiental. Como escribió César Rodríguez Garavito en El Espectador, “se trata del proyecto socioambiental que les apuesta a las actividades económicas sostenibles de las comunidades tradicionales de la Amazonia, desde los pueblos indígenas hasta las comunidades negras (quilombolas), los pequeños cultivadores de caucho o los pescadores desplazados por las represas. El mismo que han defendido con su vida los obispos de la Amazonia que nunca abandonaron la defensa de los pueblos indígenas”.

El Vaticano está proponiendo un argumento moral para responder a la inacción política y la indiferencia que ha caracterizado el debate en torno a la emergencia climática. Su fuerza depende de que creyentes y no creyentes sigan insistiendo en una simple verdad: este es el mayor reto de nuestros tiempos y es necesario que sea atendido con urgencia.

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Por El Espectador

 

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