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El problema de los anticonceptivos

En Francia, las alarmas se prendieron por cuenta de la prohibición que, desde mayo, se dará a la comercialización del medicamento diane 35 (de Bayer) y sus equivalentes genéricos.

El Espectador
03 de febrero de 2013 - 08:10 p. m.

El diane se usa para tratar el acné, pero también, muchas veces más, es comprado por las mujeres para que les sirva como anticonceptivo. ¿Por qué prohibir su venta? En el país europeo se han registrado cuatro muertes de mujeres por cuenta de una trombosis venosa relacionada directamente con el uso del fármaco.

Este diario publicó el día viernes de la semana pasada un informe en el que se investigaba sobre las ventas del medicamento en Colombia. Lo primero es el hecho nada alentador de que, pese a que el fármaco necesita una prescripción médica para su venta, se consigue sin ningún problema en las farmacias. Y se usa sin control, tal y como nos lo confesó la modelo Laura Milena Peinado, víctima de una trombosis, quien afirma en un duro testimonio que nunca nadie le dijo, ni a ella ni a sus amigas, lo que podía pasar con un tratamiento de planificación sin supervisión médica. Y es cierto. Culpa de ella no fue. El sistema que lo permite es el verdadero culpable. Ella simplemente fue una víctima.

Pero, mejor, veamos los datos concretos: en Colombia se vendieron casi $51.447 millones en los últimos cinco años, con cifras que cierran en septiembre del año pasado. Pero hay más: frente al conocido roacután, una droga famosa para tratar problemas de acné, las ventas del diane 35 reportan aproximadamente unos $4.000 millones más, cosa que hace pensar que las mujeres lo están usando indiscriminadamente como un anticonceptivo y no solamente como un fármaco para tratar un problema de la piel. La situación luce muy grave.

Lo que esta realidad devela es la irresponsabilidad de las farmacias al vender libremente un medicamento de este estilo. Una mujer que use la droga tiene entre tres y cuatro veces más posibilidades de padecer una trombosis. Por eso es tan importante que todo el proceso de planificación se haga dentro de un tratamiento médico, en el que se diagnostique a la mujer, en el que se sepa cuál es su historia clínica y si es propensa o no a sufrir una trombosis en el futuro por el uso de un anticonceptivo. No es un juego esto, ni mucho menos. Menos mal en Francia se prendieron las alarmas, para que esta noticia recorra el mundo y se cambie la cultura dominante.

De acuerdo con Bayer Colombia, el medicamento se vende bajo fórmula médica y para tratar exclusivamente el acné y el síndrome del ovario poliquístico. La autorización de venderlo llega hasta allá. Esto, sin embargo, no sucede en la realidad.

¿Qué hacer entonces? La batalla debe darse desde dos frentes. Primero, las mujeres deben salir de la ignorancia frente a este tema y asesorarse en todo el proceso. Sería muy útil que se adelantaran campañas informativas de este tipo para que casos como los de Laura Milena Peinado no se sigan repitiendo infinitas veces a causa de la desinformación. Pero lo segundo, y más importante, es que el sistema no se los permita: ¿hasta cuándo podrá circular libremente el diane 35 sin necesidad de una prescripción médica? Nuevamente, el dinero alrededor de los fármacos le gana la partida al derecho a la salud.

Que se prendan, pues, las alarmas y se pueda controlar este difícil —además de invisible— fenómeno. Los testimonios existen. Las cifras también. Llegó la hora de ahondar un poco más en esta realidad para tratar de resolverla. ¿O necesitamos más ejemplos a la mano para empezar a actuar?

Por El Espectador

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