Las lecciones no aprendidas de Auschwitz

El Espectador
27 de enero de 2020 - 05:00 a. m.
"No podemos permitir que lo ocurrido en Auschwitz siga presentándose en distintos lugares del mundo”. / Foto: Museo Auschwitz
"No podemos permitir que lo ocurrido en Auschwitz siga presentándose en distintos lugares del mundo”. / Foto: Museo Auschwitz

Hoy hace 75 años, soldados del Ejército Rojo, en su avance hacia Berlín, liberaron en Polonia a los prisioneros de lo que parecía ser un campo de trabajo forzado nazi. Lo que descubrieron sobrepasaba cualquier idea del mal: fábricas de la muerte donde fueron asesinados sistemáticamente cerca de seis millones de personas de origen judío y tres millones más de distintas nacionalidades. Tras conocerse este genocidio el mundo no volvió a ser el mismo. Sin embargo, se siguen presentando hechos similares, como si no se aprendiera de los horrores del pasado.

El Holocausto, o la Shoah, como se dice en hebreo, es una de las páginas más oscuras de la historia. Debería ser el ejemplo de un hecho que por ningún motivo puede volver a repetirse. Un nunca más a megalómanos como Adolfo Hitler que, amparados en ideas nacionalistas, incitaron al odio racial y religioso contra una comunidad que ya había sufrido en el pasado el antisemitismo representado de diversas maneras. Desde la Inquisición española hasta los pogromos, o linchamientos colectivos de judíos en Europa oriental. El caldo de odio estaba servido para que el pueblo alemán se dejara arrastrar bajo la barbarie del nazismo. Nombres como Auschwitz-Birkenau, Treblinka, Belzec o Sobibor no pueden ser olvidados jamás.

Sobre lo que allí se vivió hay libros escritos por sobrevivientes que deberían ser de obligada lectura, como en el caso de Elie Wiesel, Primo Levi y Victor Fankl. La llamada solución final, para acabar de tajo con el “problema judío”, llevó a los altos dignatarios nazis a diseñar una empresa de la muerte que fue ejecutada minuciosamente por funcionarios eficientes que no cuestionaron las órdenes superiores y contaron con la complicidad de la mayoría de los ciudadanos. Los pormenores fueron hechos públicos durante el juicio de Nuremberg a la cúpula genocida y, más tarde, en el juicio a Adolf Eichman en Israel. “Quien olvida su historia está condenado a repetirla”, escribió Santayana, y, no por casualidad, esta frase recibe a los visitantes del bloque número 4 del campo de Auschwitz I.

En los últimos 75 años se han presentado situaciones similares que demuestran que lo dicho por el filósofo español sigue teniendo aplicación en el mundo. El primer genocidio del siglo XX se dio entre 1915 y 1923, cuando en Turquía se asesinó a cerca de dos millones de personas de origen armenio. El hecho, que no tuvo mayor repercusión en su momento, inspiró a Hitler. En adelante se han presentado situaciones similares en Camboya, con los Jemeres Rojos de Pol Pot, en la antigua Yugoslavia, en Ruanda e Indonesia. Se podrían agregar otros casos, como las atrocidades cometidas por Stalin en la Unión Soviética, las torturas, desapariciones y asesinatos llevados a cabo por las dictaduras en América Latina o en Corea del Norte.

Situaciones como las mencionadas han permitido la evolución de los instrumentos de derechos humanos, llegando a la definición de los delitos de lesa humanidad, o violaciones masivas de derechos humanos, así como su imprescriptibilidad, y la creación de la Corte Penal Internacional. Sin embargo, en los hechos ocurridos desde entonces se siguen repitiendo situaciones similares en las que líderes mesiánicos continúan cometiendo atrocidades.

“Estos son los hechos; funestos, inmundos y sustancialmente incomprensibles. ¿Por qué, cómo llegaron a producirse? ¿Se repetirán? No es lícito olvidar, no es lícito callar. Si nosotros callamos, ¿quién hablará?”. Estas frases de Primo Levi quedan como doloroso testimonio de un período que se ha repetido. A pesar de que existen líderes políticos de la extrema derecha, en distintos lugares del mundo, que insisten en negar el Holocausto, la mejor respuesta seguirá siendo reforzar nuestro compromiso diario con los derechos humanos y la denuncia permanente de este tipo de situaciones. “No es lícito callar”.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.

Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Por favor, considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.

Por El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar