No es mala idea, pero...

El Espectador
23 de agosto de 2018 - 05:00 a. m.
Aunque la propuesta de aumentar el salario mínimo de manera excepcional  ha despertado polémica y sospecha, por el componente populista y por la cercanía de una reforma tributaria anunciada que ha generado muchas críticas, no por eso se debería descartar de plano.
Aunque la propuesta de aumentar el salario mínimo de manera excepcional ha despertado polémica y sospecha, por el componente populista y por la cercanía de una reforma tributaria anunciada que ha generado muchas críticas, no por eso se debería descartar de plano.

¿Por qué no aumentar el sueldo si estamos en medio de un problema por la falta de poder adquisitivo? Ese es el debate que el Congreso de la República debería dar, ahora que el senador del Centro Democrático, Álvaro Uribe, introdujo un proyecto de ley para permitir que el presidente Iván Duque aumente el salario mínimo de manera extraordinaria. Aunque la propuesta ha despertado polémica y sospecha, por el componente populista y por la cercanía de una reforma tributaria anunciada que ha causado muchas críticas, no por eso se convierte en una mala idea. Harían bien todos los partidos políticos en aprovechar esta oportunidad para estudiar una medida que puede ayudar en la reactivación de la economía.

Según explicó el senador Uribe, el proyecto, que fue radicado ayer en la mañana, “da facultades extraordinarias al presidente de la República para decretar el aumento extraordinario del salario mínimo, con algunas precaucaciones”. Quedaría como potestad del presidente Duque definir cómo evitar el riesgo inflacionario que una medida así conlleva en sus primeros meses. Además, dispone que el aumento se vea reflejado en las prestaciones sociales y en las cotizaciones a seguridad social, pero pueden excluirse otras mediciones que se hacen a partir del mínimo, como el cálculo de las multas.

En entrevista con Blu Radio, el presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), Bruce Mac MAster, dijo que le parecía una idea “supremamente interesante (...) por el tema del poder adquisitivo, por la capacidad de los colombianos de implementar políticas que ayuden a generar condiciones de reducción de pobreza e inequidad”. En efecto, aumentar el salario mínimo “de manera sustancial”, como propone el proyecto, implicaría mejorar el poder adquisitivo de tantos colombianos que se han visto perjudicados por la crisis económica pasada y la reforma tributaria que aumentó el IVA. Si se hace bien, no sería extraño ver un aumento en el consumo.

Dicho eso, no dejan de tener razón las voces que acusan al proyecto de ser populista. Lo sería, siendo además irresponsable, si es una medida que se adopta sin contar con una planeación económica alrededor y, sobre todo, si es la antesala a una reforma tributaria que castigue a las personas naturales. Sería borrar con el codo lo que se acaba de hacer con la mano.

La pregunta necesaria es: ¿por qué, si los debates sobre el mínimo siempre están plagados de miedos y denuncias sobre los efectos negativos de un aumento considerable, ahora sí es una buena medida? No sobra recordar que la administración de Juan Manuel Santos logró que la tasa de informalidad, por primera vez en la historia, fuera inferior (48 %) a la de la formalidad (52 %). ¿Puede adoptarse esta medida sin afectar los necesarios esfuerzos de formalización? Además, ¿sí hay manera de que el presidente adopte medidas que eviten el aumento de la inflación, que echaría por la borda todo el esfuerzo?

Esas contingencias deberían ser abordadas por expertos y por el Congreso de la República en los próximos días. Lo que sí sería una lástima es que una propuesta tan interesante, que además viene acompañada de una promesa de “austeridad... en el Estado”, se pierda en medio de una cultura política que no reconoce las buenas ideas que vengan desde orillas ideológicas opuestas. El debate público que se dé, además, debería servir para que el Gobierno calibre su propuesta de reforma tributaria, de tal manera que el resultado sea una norma que continúe en la recuperación de la economía y no deje a los colombianos sintiendo que están soportando más cargas de las que merecen.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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