Se agota la paciencia

El Espectador
15 de noviembre de 2018 - 05:00 a. m.
La única reacción posible que le queda al Gobierno de Iván Duque ante los atentados del Eln es seguir aplicando la fuerza del Estado para perseguir a los guerrilleros.
La única reacción posible que le queda al Gobierno de Iván Duque ante los atentados del Eln es seguir aplicando la fuerza del Estado para perseguir a los guerrilleros.

El tiempo se le está acabando a la guerrilla del Eln para demostrar que tiene genuinas intenciones de negociar con el Gobierno de Iván Duque. El atentado reciente a un oleoducto, la entrega de pruebas de supervivencia de un secuestrado y un informe preocupante sobre los tentáculos de esa guerrilla en Venezuela no son buenas señales para la paz. El Gobierno no tiene más opciones que seguir en una posición estricta.

Hace unos días se supo que por fin el Eln entregó prueba de supervivencia de Rafael Andrés Riaño, ingeniero de la petrolera Ismocol, quien fue secuestrado el 13 de enero y, según algunas fuentes, pudo haber sido sacado de Colombia para llevarlo a Venezuela. Con él, según datos otorgados por el comisionado de Paz, Miguel Ceballos, son más de diez las personas que están privadas de su libertad por esa guerrilla. Sin embargo, hay rumores que hablan de que el número es mucho mayor y que, incluso, varios de los secuestrados pudieron haber muerto en cautiverio. La tragedia de la guerra continúa y el Eln no parece tener intenciones de atender al llamado histórico.

A lo anterior, se suma el atentado contra el oleoducto Caño Limón-Coveñas en una zona rural del departamento de Boyacá (centro), lo que provocó el incendio en un bosque cercano. El atentado, el número 77 del año contra el oleoducto, ocurrió el 8 de noviembre y fue condenado por el presidente Iván Duque. En sus palabras, “el Eln ha hecho ataques terroristas cobardes afectando a la población civil. Han apelado al secuestro, han quemado vehículos y ahora apelan al ataque del oleoducto produciendo ecocidios. Se está sacrificando el medioambiente colombiano”.

Sobre estos dos aspectos, nos unimos al llamado de Human Rights Watch sobre que es el momento de liberar a todos los secuestrados, y al del Gobierno, sobre la necesidad de cesar los ataques. ¿Cuántas veces más debemos insistir en que la violencia debe terminar?

Como si lo discutido fuera poco, InSight Crime, ONG que monitorea el crimen organizado, publicó un informe donde afirma que el Eln tiene presencia en doce estados de Venezuela. Según el documento, los guerrilleros “estarían desarrollando actividades como contrabando de ganado, contrabando de gasolina, cobro de extorsiones, distribución de comida, emisoras de radio, reclutamiento de menores, ataques a funcionarios de cuerpos de seguridad, narcotráfico y minería ilegal, entre otras”. Todas, por cierto, facilitadas por la inacción y presunta complacencia del régimen de Nicolás Maduro.

Ante esa información, la única reacción posible que le queda al Gobierno de Iván Duque es seguir aplicando la fuerza del Estado para perseguir a los guerrilleros. No se puede permitir que esta sea una oportunidad para que el Eln se fortalezca y, mientras tanto, siga cometiendo delitos contra la población tanto de Colombia como de Venezuela.

Por eso, una vez más, debemos repetir un mensaje para la cúpula de la guerrilla: el momento es ahora. Este Gobierno, pese a algunas voces dentro del Centro Democrático, se ha mostrado respetuoso del Acuerdo de Paz con las Farc y no hay motivos para dudar que está dispuesto a llevar a buen puerto las negociaciones con el Eln. Pero si el país no empieza a ver gestos de buena voluntad prontos y contundentes, todo indica que el conflicto continuará, trayendo las consecuencias nefastas que ya conocemos muy bien.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

 

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