Un presunto narcotraficante dijo en una llamada interceptada de manera legal por la Fiscalía que estaba consiguiendo dinero para comprar votos e influir en la elección presidencial, pero al fiscal del caso no le pareció información relevante para iniciar una investigación y contarle al país sus resultados. ¿Cómo pueden ocurrir ese tipo de situaciones en la Fiscalía? ¿Llegarán a algún puerto las nuevas indagaciones anunciadas?
Hablamos de las llamadas de José Guillermo Ñeñe Hernández, quien fue asesinado en Brasil hace un año, ha sido señalado de ser el testaferro del narcotraficante Marcos Figueroa y estaba siendo investigado por su participación en un homicidio, razón por la cual tenía intervenido su teléfono. Si el periodista Gonzalo Guillén no hubiese indagadoy tenido acceso a las grabaciones en cuestión, posiblemente Colombia nunca se hubiera enterado de que la Fiscalía tenía información delicada sobre la integridad de las pasadas elecciones a la Presidencia. Es una mancha más en la labor anticorrupción del ente investigador mientras fue administrado por Néstor Humberto Martínez y el fiscal encargado Fabio Espitia.
En la transcripción de los audios, que se ha conocido hasta ahora, Hernández dice que “hay que buscar una plata para pasar debajo de la mesa, para soltarla en los departamentos”. Su interlocutora le confirma que ya están los dineros y que falta una manera de repartirlos. Más adelante la mujer dice: “Me mandó Iván y Uribe para Manaure, Uribia, Riohacha y Maicao, tenemos que ganar en La Guajira”, dando a entender que el propósito era favorecer la campaña del hoy presidente de la República, Iván Duque.
Según el fiscal general, Francisco Barbosa, “al conocer el contenido de la comunicación mencionada, el fiscal del caso, dentro de su autonomía, no compulsó copias porque consideró que la información no aportaba al esclarecimiento del crimen”. Muy pobre el criterio de ese fiscal, si no le pareció oportuno informar sobre un posible fraude electoral.
No se trata, por supuesto, de presumir un actuar criminal en la campaña que llevó al presidente Duque a la Casa de Nariño. El mandatario dijo que nunca solicitó ningún tipo de ayuda y que las cuentas de su campaña fueron centralizadas, a tal punto que en segunda vuelta no se pidieron donaciones individuales. Hasta el momento ninguna de las pruebas publicadas permiten entrever una conexión directa entre la campaña y Hernández. Sin embargo, sí es necesario que este tema sea tratado con la urgencia que merece.
La Fiscalía le falló al país al tardarse tanto en actuar y ahora el fiscal Barbosa deberá asegurarse de que las indagaciones se hagan con rapidez, transparencia y dando resultados. ¿Hubo compra de votos en La Guajira? No sería descabellado pensarlo, con el reciente antecedente de Aida Merlano en el Caribe, otro caso que no ha llegado a los máximos responsables. La lucha contra la corrupción y en defensa de la democracia pasa, necesariamente, por tomarse en serio cualquier indicio de fraude, así las campañas no estén directamente involucradas. ¿Habrá, en algún momento, respuestas? Es lo que esperamos si de verdad existe una intención de limpiar de podredumbre nuestra política.
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