Sí se puede debatir con argumentos

En la Presidencia del Senado ocurrió esta semana un momento histórico que no debe pasar inadvertido. Durante nueve horas estuvieron reunidos miembros de todos los partidos políticos, incluyendo a miembros del Centro Democrático, como el expresidente Álvaro Uribe, y a representantes del partido FARC. Lo que no sucedió en La Habana, lo que fue impensable durante décadas, lo que hasta hace poco no era más que un sueño lejano, se vio materializado. Así es como debería hacerse política siempre en Colombia, debatiendo civilizadamente.

El Espectador
01 de noviembre de 2018 - 05:00 a. m.

El motivo puntual de la reunión son los retos que enfrenta en el Congreso una de las propuestas más importantes para el Centro Democrático. Se trata de la pretendida creación de una sala especializada para miembros de la Fuerza Pública dentro de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Los tiempos de la actual legislatura no dan para esa reforma constitucional y, además, hay muchísima oposición en el Parlamento a la medida. Por eso fue necesario que todas las fuerzas políticas se sentaran a conversar.

Más allá de los detalles puntuales sobre la propuesta del uribismo, que sin duda ameritan discusión en otro momento, no queremos que pase inadvertido el enorme gesto simbólico que implicó esta reunión.

Primero, porque vimos a todas las fuerzas políticas reconocer la importancia del Acuerdo de Paz. Segundo, porque, pese a las profundas diferencias y resentimientos que existen entre muchos parlamentarios, demostraron que son capaces de dejarlos a un lado, pensar en el país y promover una política a partir del diálogo. Esto no solo fortalece a la JEP, sino a toda la institucionalidad nacional. El mensaje a todos los colombianos es claro: ¿ven que sí hay formas de encontrarse pese a la polarización?

Todo esto, nos atrevemos a aventurar, fue posible gracias al silencio de los fusiles. Como si Colombia necesitara más motivos para apoyar las salidas negociadas a todos nuestros conflictos y dejar en el pasado la violencia, un Congreso con amplia representación de todos los sectores de la sociedad es un aliciente contundente.

Lo dijo el desmovilizado y ahora senador por la FARC Carlos Antonio Lozada: “No hay un acuerdo, pero por primera vez los máximos dirigentes del Centro Democrático aceptan sentarse a conversar acerca de la Jurisdicción Especial para la Paz”.

Celebramos el esfuerzo realizado por todos los líderes políticos involucrados. Falta, por supuesto, mucho trecho; también puede que este tema en particular no se preste para encontrar un consenso. Pero lo simbólico en este país herido tiene mucha fuerza.

Hay que reconocerle, de hecho, al gobierno de Iván Duque que ha marcado la pauta en este sentido. Su actitud de diálogo, de no cerrarse a ninguna fuerza política, de encontrar puntos en común pese a las diferencias, como lo demostró durante el proceso de los proyectos anticorrupción, ha dado ejemplo. El siguiente paso es que siga resistiendo a las fuerzas políticas que lo quieren llevar a la misma dinámica transaccional entre el Ejecutivo y el Congreso que ha operado por décadas.

Estamos viendo los réditos de apostarle a la paz. Hay que seguir haciéndolo.

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Por El Espectador

 

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