Sin miedo a la verdad

La colaboración con la Comisión de la Verdad debe ser generosa, transparente y lo más irrestricta posible. Eso incluye a todas las entidades del Estado, que no deben apelar a la seguridad nacional para entorpecer el proceso de construir un relato de qué fue lo que ocurrió en tantos años de conflicto. ¿Cuál es el miedo?

El Espectador
12 de julio de 2018 - 02:00 a. m.

Ayer, el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión, dio a conocer a través de una carta que les solicitó a varias entidades, incluyendo el Ministerio de Defensa, “definir los mecanismos técnicos y de colaboración que permitan garantizar el derecho de las víctimas y de la sociedad en su conjunto a conocer la verdad sin restricciones”. Eso incluye tener acceso a material de inteligencia reservado que, por obvias razones, no se conoce en el país.

Un grupo de militares retirados hicieron objeciones, que recibieron eco en algunos sectores políticos. El mensaje, básicamente, es que la Comisión va a publicar información confidencial, lo que afecta al país y va a ayudar a construir un relato negativo para las Fuerzas Armadas.

Esos miedos son infundados y, más preocupante aún, dañinos. Si seguimos reproduciendo discursos que dicen que cualquier intento por estudiar lo ocurrido en el país es traicionar los ideales de la patria, va a ser imposible la reconciliación. Insistimos en la pregunta: ¿cuál es el miedo a la verdad?

Además, el acceso por parte de la Comisión al material reservado no implica su publicación. De hecho, ella cuenta con los mecanismos necesarios para conservar la confidencialidad. Lo que necesitan los investigadores es poder entender un problema complejo, con múltiplos actores y donde la información también fue víctima. Abrir el baúl de los secretos militares es mostrar un compromiso con la construcción de un relato que el país necesita.

Por eso, celebramos que el presidente Juan Manuel Santos haya ordenado al Ministerio de Defensa colaborar con la Comisión. Aunque el mandatario dijo que podría mantenerse bajo reserva información que comprometa la seguridad nacional, invitamos al Ministerio a ser muy prudente en el ejercicio de esa figura. Entre más información se comparta, mejor será el relato que se construya.

Una crítica común en el país contra los proyectos de construcción de memoria es la ausencia de voces en el relato, en particular las oficiales. Para solucionar eso, la respuesta es la transparencia, no el secretismo caprichoso. Si todos los colombianos colaboramos con la Comisión, los resultados de sus investigaciones podrán, esperamos, mostrar la diversidad de facetas de un conflicto complejo y que tantas heridas dejó abiertas.

Lo dijo la Corte Constitucional: “Ninguna información relacionada con las violaciones de derechos humanos, infracciones al derecho internacional humanitario y crímenes de lesa humanidad contenida en cualquier tipo de documento puede ser objeto de restricciones, reservas o clasificaciones para el acceso a la Comisión”. Cumplamos para que el proceso de construcción de memoria pueda seguir su curso.

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Por El Espectador

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