Desde hace más de dos décadas, investigadores, académicos e intelectuales abogaban por la necesidad de un Ministerio que gobernara el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país. Colciencias, la entidad que hasta ahora se encargaba de promover las políticas públicas del sector, hace tiempo se quedó corta para cumplir todas sus funciones y en años recientes mostraba señales preocupantes de inestabilidad y politiquería, y la ausencia de un norte claro. Durante el gobierno Santos tuvo ocho directores en ocho años, marcados por la falta de continuidad en los proyectos.
Por eso, su transformación en el que será el gabinete número 17 del gobierno Duque es una buena noticia para el país. Como Ministerio, tendrá mayor visibilidad y rango que Colciencias, se podrán unificar las políticas de investigación, habrá interlocución con otros Ministerios, mayor capacidad de gestión y una comunicación directa con el Ejecutivo para las definiciones presupuestales. Más importante aun, eso debería crear las condiciones para que el desarrollo en ciencia e investigación se convierta en una política de Estado —y no de Gobierno ni del director de turno— con una visión de futuro. Esperamos, además, que quien esté a la cabeza de esta cartera sea elegido por meritocracia y esté vinculado al sector.
Un antecedente positivo es el del Ministerio de Cultura, que en 1997 pasó de ser el Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura) a una de las carteras del Gobierno. Como le explicó María Consuelo Araújo, exministra de Cultura, a El Tiempo, esa transformación permitió “unas asignaciones presupuestales más importantes y la construcción y diseño de programas que tienen un mayor peso desde el punto del Plan Nacional de Desarrollo”, además de tener acceso a las decisiones del alto Gobierno y relacionarse con los territorios de una manera más estratégica.
La noticia fue bien recibida dentro de la comunidad científica y académica, aunque existe el temor, no sin fundamento, de que este Ministerio se convierta en una nueva fuente de burocracia y que el sector no se vea beneficiado con nuevos recursos. Estas preocupaciones son legítimas, pero es positivo que el Gobierno se haya comprometido desde ya a reducir y limitar la burocracia al máximo —no solo en esta sino en todas sus dependencias—.
En cuanto al presupuesto, por ahora el nuevo Ministerio seguirá con los mismos recursos asignados a Colciencias, en línea con la política de austeridad anunciada para el próximo año. Con todo, para 2019, el presupuesto verá un incremento del 13,56 % respecto al 2018. Eso sin contar con al menos $2 billones de regalías que se deben invertir en el sector. Como le dijo Diego Hernández, actual director de Colciencias, a El Espectador, “en el período pasado fue lamentable que no se usaran $1,4 billones del fondo de ciencia, tecnología e innovación. Entonces, el problema no es de recursos, sino de capacidad de ejecución (...) Con el Ministerio, teniendo una mayor injerencia, tenemos que lograr que esa plata se invierta bien y que podamos ejecutarla de manera eficiente y transparente”. Esperamos que así sea.
Celebramos la creación del este nuevo Ministerio, pues el país parece estar entendiendo, por fin, que la ciencia y la investigación no son asuntos relegados a las universidades y los laboratorios, sino un motor de desarrollo vital que impacta la economía y la sociedad, combate la inequidad y ofrece soluciones para enormes retos que afronta Colombia.
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