Un triunfo de la empatía y la libertad individual

Avanza el derecho a la eutanasia en Colombia. El Ministerio de Salud, que se echó al hombro la reglamentación de la figura en el país después de varias decisiones de la Corte Constitucional, expidió la resolución 2665 de 2018, que le permite a cualquier colombiano expresar su voluntad de no recibir tratamientos que prolonguen su vida en casos de enfermedades graves.

El Espectador
13 de julio de 2018 - 07:59 p. m.

Pese a la indignación que causó la posibilidad de expresar esta voluntad a través de redes sociales, nos parece que lo que necesita Colombia es que sea un tema que se discuta abiertamente y, especialmente, en todas las familias.

La resolución diseña las reglas para el Documento de Voluntad Anticipada, el cual puede ser suscrito por cualquier colombiano que desee expresar su deseo de recibir la eutanasia en casos de enfermedades graves. De esta manera, si existe la voluntad explícita, los médicos pueden realizar el procedimiento, incluso si los familiares del paciente se oponen. Se trata, en últimas, de un triunfo de la libertad individual.

Aunque la Iglesia católica ha insistido en que se trata de una legalización del asesinato, una mirada cercana a los casos particulares en los que la eutanasia se vuelve relevante pinta una situación muy distinta. Se trata en realidad de momentos de vulnerabilidad y mucho dolor en que se le permite a cada persona, en su individualidad, decidir cómo terminar su vida. Es también una victoria de la empatía, pues reconoce que cada quien tiene el derecho de vivir el dolor en sus propios términos.

Por eso es de celebrar que en la resolución expedida se permita que el Documento de Voluntad Anticipada se haga a través de un escrito, un video o una grabación en un medio tecnológico. Es interesante que, como dijo el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, “una persona no necesita de una notaría, puede simplemente grabar un video y subirlo a Youtube con dos testigos. Ahí debe decir de manera inequívoca que quiere someterse al procedimiento”. Esto aplica también para Twitter, Facebook y cualquier red social que surja en el futuro. Dijo Gaviria que “esta resolución realmente implica que se quiere confiar en la gente”.

Muchas personas protestaron ante la flexibilización de los requisitos, pero la pregunta es sencilla: ¿por qué no facilitar una manifestación de voluntad tan personal? Si las redes sociales facilitan los mecanismos de identificación para asegurarnos de que la persona sí expresó sus deseos, ¿por qué oponerse?

Sería fantástico que, con esto, el debate en el país se traslade de los medios de comunicación y los tribunales a la intimidad de los hogares colombianos. Hablamos muy poco sobre la muerte, la enfermedad y la dignidad, pero son temas esenciales y que, además, afectan a todas las familias. ¿Por qué no conversar sobre la posibilidad de la eutanasia y las instrucciones a seguir en los casos de tragedias irreparables? No es fácil, pero es una conversación necesaria que, además, evita problemas complicados más adelante.

Aprovechemos que el país progresa en sus regulaciones y por fin tenemos las herramientas para hacer valer el derecho de acceder a la eutanasia.

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Por El Espectador

 

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