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En medio de la crisis del coronavirus, el Congreso de la República ha brillado por su ausencia. Los parlamentarios se han dejado enredar en discusiones infructuosas sobre si es viable o no la virtualidad para tener una rama legislativa funcionando y, aunque ya van dos semanas desde que por fin aceptaron utilizar las herramientas tecnológicas para ejercer sus cargos, todavía se escuchan voces frustradas porque el parlamento no está operando como debe. El control político, anunciado para la semana entrante, llegará demasiado tarde y estos meses han sido de una lamentable claudicación para una rama esencial del poder público. Lo que está en juego es el equilibrio de poderes, la legitimidad de las instituciones y el respeto que los colombianos sienten por sus senadores y representantes.
Varios congresistas han pedido que se modifique el funcionamiento del Congreso para que sea semipresencial. Sin embargo, en entrevista con RCN Radio, el presidente del Senado, Lidio García, dijo que “Estamos en sesiones virtuales hasta nueva orden y no hay sesiones presenciales, sino cuando se pueda. Tampoco estoy de acuerdo con las sesiones mixtas, eso me parece más difícil y no le voy a jalar a ese tema; las sesiones son virtuales o son presenciales, no hay otro sistema”. También agregó que la virtualidad no es un chat o una red social como lo están diciendo algunos, “esto es una plataforma donde nosotros estamos trabajando. No puede ser que sigamos permitiendo que algunos senadores mancillen el trabajo que estamos haciendo todos los senadores. Se está trabajando fuertemente y estamos tomando decisiones responsables y sensatas”.
Si bien entendemos la frustración expresada por el senador García, la realidad es que la labor del Congreso se ha visto opaca durante la pandemia. Primero, demoraron demasiado tiempo decidiendo qué herramientas virtuales emplear. Después, las discusiones procedimentales sobre si cosas importantes —como votar y hacer control político— pueden hacerse de manera virtual les quitaron aún más tiempo. Ahora, la resistencia de varios parlamentarios, unida al interés de otro por no tomar decisiones, los ha llevado a estancarse en la práctica. Tal vez el dato más diciente es que la semana entrante les harán control político a decretos de ley expedidos bajo un estado de emergencia económica, social y ecológica que ya concluyó. Es difícil ver funcionar tan mal el sistema de pesos y contrapesos.
Según el senador del partido de la U Roy Barreras, su oposición a la virtualidad se debe a que estas sesiones “no garantizan la deliberación suficiente, en condiciones de igualdad y garantizando a todos los congresistas ejercer su derecho, que además es un deber, de participar de todas las sesiones y en la deliberación de todos los temas puestos a su consideración en igualdad de condiciones”. Algo similar han dicho otros senadores, como Jorge Robledo y Rodrigo Lara.
Si esa es la realidad del Congreso, lo que nos parece evidente, y sin lugar a negociación, es que el parlamento está en mora de hacerse sentir. No puede ser que el Ejecutivo esté expidiendo normativas, que el Judicial anda como puede y que, mientras tanto, el Legislativo se haga a un lado. Es el peor momento para que los parlamentarios claudiquen en sus responsabilidades.
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