Ejemplo para el mundo

Tatiana Acevedo Guerrero
03 de mayo de 2020 - 05:00 a. m.

“Pensamos que nadie se acordaría de nosotros”, le dijo a la prensa un residente de Baranoa, a una hora de Barraquilla metropolitana. Contó que tras varios días de confinamiento sin comida colgó un trapo rojo en su ventana y recibió un mercado en la casa que comparte con su esposa, a la que se llega vía trochas. La entrega de mercados, explica la noticia, hace parte de la campaña “Ayudar nos hace bien”, impulsada por la primera dama, María Juliana Ruiz. Fue posible debido a los 400.000 mercados “donados por el empresario Luis Carlos Sarmiento Angulo”.

Cerca, en los municipios de Malambo y Soledad, se cierra la semana con angustias y malas noticias. Ante denuncias sobre incumplimientos de toques de queda, y cientos de multas en Soledad, se dio la orden “de sacar el ejército a las calles” y en Malambo se habla de tomar medidas parecidas. La desobediencia civil se presenta en el diario El Tiempo como parte del folclor del Caribe (“están nadando en la ciénaga, comparten sancochos humeantes como si fuera domingo”). Lo que no se menciona es que el confinamiento es quimera en Baranoa, Malambo o Soledad, municipios en que los servicios de electricidad son más que precarios. O que un gran porcentaje de viviendas alberga más de cinco personas. Ni que más de la mitad de la población de la zona se rebusca en el sector informal de Barranquilla, trabajando sin contratos en ventas, construcción, peluquerías, jardines, cocinas y en el cuidado de los carros, las casas, los niños y las niñas de la ciudad.

“El 55 % de la población ocupada en el Área Metropolitana trabaja bajo condiciones de informalidad (…) y deben alimentar a los suyos” explicó el presidente de la Cámara de Comercio de Barranquilla al lanzar la colecta Baqatón en que también participan los gremios. “El Estado solo no puede”, añadió. Confinamientos y toques de queda ponen una lupa sobre las condiciones de vida de quienes en el día a día hacen que Barranquilla funcione. De aquellos que hacen con las manos los edificios del boom constructor, los que alimentan la ciudad y crían niños ajenos.

“Barranquilla le apostó a ir para adelante, a no caer en peleas pequeñas de la pequeña política, y hoy es un ejemplo para Latinoamérica, y para el mundo”, declaró el presidente Iván Duque hace apenas unos meses. Duque ha venido haciendo varias alabanzas al progreso empresarial de la ciudad al mando de la familia Char, cuyos hombres controlan también sectores periodísticos, deportivos y comerciales de la región y se perfilan para presidenciables. A su vez, Alex Char escribió por estos días en carta pública: “Querido presidente, quiero decirle que hoy más que nunca me siento muy orgulloso de su incansable trabajo por todos nosotros los colombianos. Se siente desde el primer día de esta pandemia que usted ha sabido comandar esta situación”.

Entretanto, la empresa de aguas Triple A reportó esta semana que en la coyuntura de emergencia sanitaria que obliga a lavarse las manos frecuentemente, ha reconectado el servicio de agua potable en 50.455 hogares en Atlántico. En la ciudad de la prosperidad que es “ejemplo para el mundo”, 31.665 familias estaban desconectadas por falta de pago y deudas acumuladas. Otros tantos miles estaban desconectados en el área metropolitana. Muchos más no tienen todavía el servicio o lo perdieron por problemas de la infraestructura. “Invitamos a las familias a hacer uso racional del preciado líquido”, señaló Guillermo Peña, gerente general de Triple A.

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