El acuerdo se está cumpliendo

Gonzalo Hernández
20 de junio de 2017 - 02:55 p. m.

Aunque circulan noticias falsas de que el Gobierno miente sobre el balance, y aunque al presidente Santos le toca decirnos que a partir del próximo martes comienzan a dejar de existir las Farc en un tono que presume la incredulidad y la indiferencia de muchos colombianos, la ONU confirma que, en efecto, tiene en custodia 60 por ciento de las 7000 armas individuales que fueron registradas, monitoreadas y verificadas desde el primero de marzo pasado.

Esta es una gran noticia para seguir soñando con la paz, para pensar que por fin estamos cerca de la primera generación de colombianos para quienes el conflicto armado y la violencia, como forma de lucha política, serán parte de la historia para analizar y reflexionar, no para vivir.

Estamos hablando del desmantelamiento de uno de los factores de muerte y destrucción en nuestro país. De acuerdo con el cubrimiento que hizo The Guardian sobre el informe “¡Basta Ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad” del Centro Nacional de Memoria Histórica, desde 1958, el conflicto armado colombiano ha terminado con la vida de al menos 220,000 personas –más del 80 por ciento fueron civiles no combatientes. Entre 1980 y 2012 hubo 1982 masacres, 1166 atribuidas a paramilitares, 343 a rebeldes, 295 a fuerzas de seguridad del gobierno, y 178 a grupos armados desconocidos. Y, también, por cuenta del conflicto, se estima que 5,7 millones de colombianos fueron víctimas del desplazamiento forzado.

No es cualquier cosa el llamado del presidente Santos a reconocer el momento histórico en el que nos encontramos. En menos de 10 días, se dará el fin de las Farc como grupo armado. El 40 por ciento restante de las armas individuales será entregado en los 26 puntos del país en los que actualmente se concentra la guerrilla. Nada más claro que el anuncio hecho en La Elvira (Cauca) por Jean Arnault, jefe de la misión de Naciones Unidas en Colombia: “las expectativas del acuerdo de paz se están cumpliendo”.

Infortunadamente, la paz tiene tropiezos; ejemplo de ello es el atentado cruel del sábado pasado. Hoy, recordamos de nuevo el miedo y las muertes violentas que imperan en todo nuestro país. Hoy, el tema principal no puede ser otro al de la solidaridad y la compasión con las familias de estas víctimas recientes. Este hecho atroz nos muestra, una vez más, que el camino hacia una paz verdadera en Colombia es muy difícil. Y será más difícil si dejamos que los violentos, a través de sus acciones, nos contaminen con su odio y con su violencia. Como dijo el Padre Francisco de Roux S.J. el domingo por la mañana: “El dolor y la indignación tienen que unirnos en un clamor de BASTA YA en pasión por la vida al lado de estas mujeres y de todas las víctimas”.

* Profesor Asociado de Economía y Director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana

 

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