El agro de Iván Duque (II)

Indalecio Dangond B.
03 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.

Continuando con el análisis de las propuestas del candidato presidencial Iván Duque para el sector agrario, otra de las decisiones acertadas es la fuerte inversión en el fomento a la innovación y a la biotecnología agrícola. El tormento de los cinco millones de agricultores que existen en el país es el cambio climático.

Un instrumento efectivo para obtener victorias tempranas con este propósito son los fondos parafiscales. Si se extiende la cuota de fomento a los otros actores de las cadenas agroalimentarias (agroindustria, comercio, distribuidores de agroinsumos y Gobierno), se multiplicarán por cinco veces los recursos requeridos para fortalecer los centros de investigación de cada subsector y la transferencia de esos nuevos conocimientos a los productores del campo. Todos ponen, todos controlan, todos ganan.

Para enfrentar los factores externos difíciles de controlar —como el riesgo climático, la volatilidad de los precios de mercado y la fluctuación del dólar—, los cuales golpean duramente la rentabilidad de los negocios agropecuarios, Duque ha planteado fortalecer los instrumentos de incentivos al seguro agrario, a la cobertura de precios y a la tasa de cambio. Esto va a permitir un volumen mayor de coberturas, menor costo de las primas al agricultor por el porcentaje de subsidio que recibe del Estado y un descuento por volumen por parte de las aseguradoras y entidades financieras, lo cual garantiza la renta de los productores del campo. Todos ponen, todos ganan.

Para corregir las ineficiencias en las explotaciones agrarias, Duque ha planteado instituir el Programa de Ordenamiento Agropecuario Regional (POAR), como una herramienta básica de planificación agrícola para que los productores sepan qué sembrar, dónde sembrar y cuándo sembrar, de acuerdo con el tipo de suelo y las condiciones agroecológicas de cada región. De igual manera, permitirá a los gobiernos del orden nacional, departamental y municipal direccionar mejor sus presupuestos de inversión en bienes públicos. En Colombia existe el mito de que nuestras tierras son ideales para todo tipo de cultivos, por eso, más del 40 % de los siete millones de hectáreas que se cultivan en el país están como el comercial de Davivienda, en el lugar equivocado.

El plan de formalización de la propiedad rural que plantea Duque, en alianza con los gobernadores, alcaldes y organismos de cooperación internacional, va a permitir distribuir el costo de los trámites y formalizar más rápidamente los dos millones de predios rurales de pequeños campesinos que están sin escrituras. En Colombia, el 54 % de las parcelas rurales se explota sin título de propiedad, lo cual no permite el acceso al crédito ni a los subsidios del Estado, para poder contrarrestar los riesgos e ineficiencias de los negocios agrarios.

Para lograr importantes avances en los proyectos de riego, Duque está incubando la idea de plantear las Alianzas Público-Privadas para la construcción y operación de presas y canales de irrigación que proporcionen agua a los agricultores con tarifa subsidiada por el Estado. Por último, propone despolitizar las entidades públicas al servicio del sector agrario, las cuales han estado más al servicio de los enmermelados congresistas que de los agricultores.

Duque la tiene clara. Los gobiernos que más y mejor inviertan en estos programas tienen mayores posibilidades de ocupar los mejores espacios en los mercados mundiales.

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