Después de toda la alharaca con la exportación de la marihuana medicinal, cuya reglamentación tardó años y suscitó un debate en el que participaron Raimundo y todo el mundo, parece ser que este negocio, que en el papel daba unas expectativas bastante halagadoras, está a punto de abortar.
Son muchos los empresarios que hicieron cuantiosas inversiones y que hoy, si no pueden exportar las hojas secas, se declararán en bancarrota, perdiendo miles de millones y dejando sin empleo a cientos de personas a la expectativa de la suerte que puedan correr sus trabajos.
Sucede que por esas contradicciones propias del santanderismo, por una parte, el Gobierno dice que impulsa esta actividad que no es minero-energética y podría aportar una necesaria diversificación de los mercados, pero, por otra, se prohíbe su desarrollo con leyes que son un un palo en la rueda.
En efecto, la prohibición de exportar las mencionadas hojas o flores secas, mediante un decreto de hace cuatro años, es una autoexclusión, según afirman los representantes del gremio, lo que castra la posibilidad de que Colombia sea un país líder en esta actividad, como se aseguró hace años.
En lugares como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Suiza, Holanda, Portugal, Israel, Reino Unido y Australia, la tal flor seca representa más del 50 % de las ventas totales de esta industria. Incluso otros países de América, Europa, Asia y Oceanía permiten lo que en Colombia se está prohibiendo.
¿Para qué diablos entonces nuestro país legisló afirmativamente en torno a la producción del cannabis medicinal? Les endulzó el oído a unos emprendedores, patrocinó un gran bombo a escala mundial y miren con lo que vino a salir: un irresponsable engaño propio de la falta de coordinación y la incoherencia de quienes nos gobiernan.
Si no se exporta la flor seca, apague y vámonos, porque el mercado interno no es suficiente. Los inversionistas internacionales que le apostaron al negocio US$450.000 millones han podido exportar a lo sumo US$4.000 millones de verdes y eso no es negocio sino para un trabado bien rayado.