El caminante

El clic justifica los medios

Fernando Araújo Vélez
28 de septiembre de 2019 - 11:30 p. m.

En estos tiempos del clic, que es como decir de la cultura del clic, y del humo, del vender sin vender, del linchar y acabar con quien piensa distinto y mostrar de todas las formas posibles el éxito, un éxito. En estos tiempo del clic, que es como decir del imperio del clic, donde todo vale con tal de que haya clics, miles de clics, y donde es más importante la cirugía estética de una actriz que la muerte por desnutrición de cientos de niños, o los consejos sexuales de una modelo que un asesinato. En estos tiempos del clic nos volvimos inmediatos y nos narcotizamos, pues de tanta velocidad no tenemos tiempo de pensar ni de crear sino de reaccionar. Y reaccionamos en lugar de accionar. Nos la pasamos reaccionando, permitiendo que los clics nos pongan las condiciones. Entonces hablamos de lo que es tendencia, escribimos sobre lo que es tendencia, y decimos cualquier cosa sobre esa tendencia, simplemente porque tenemos que decir algo para sumar clics.

En estos tiempos del clic les vendimos el alma a los números, a las mediciones, a las cantidades, y recibimos de pago más clics. Nos convertimos en cliqueros y conjugamos el verbo cliquear de todas las maneras posibles, dejando en cada clic un pedazo de nosotros, y sobre todo, de nuestro criterio. Caímos en la cultura narco. Cada clic, un gramo de éxtasis, de éxito inmediato, de apariencia. Cada clic, potenciar la idea de que el clic justifica los medios. Cada clic, una efímera bocanada de victoria, que por efímera, nos obliga a otra bocanada, y a miles y millones de bocanadas, que es como decir, miles y millones de clics. En esa alucinante autopista, aceleramos y aceleramos sin darnos cuenta de que no vamos hacia ninguna parte, atrapados en lo fácil, en lo que “funciona”, en el éxito que nos vendió una “influencer”, y que radica en sumar más clics. Repetimos fórmulas computarizadas, y luego nos aplaudimos por nuestros triunfos.

En estos, los tiempos del clic, estamos tan obsesionados acumulando seguidores y likes que no tenemos tiempo de comprender cómo esos clics nos han transformado como seres humanos, y cuánto nos han llevado a una desbordada carrera de competencias en la que el otro, todos los otros, son rivales a quienes hay que eliminar al precio que sea. Escribimos según los clics, con las palabras que dicta una máquina y dan clics, feminismo, exclusión, víctimas, violencia, gays, sin que nos importe mucho el odio que vayamos sembrando ni nuestra opinión, pues a fin de cuentas, nuestra opinión es la opinión de unos algoritmos. Conversamos según las tendencias, y nos distraemos también, de acuerdo con la nueva e inmediata tendencia. En estos tiempos de clics, sería todo un gesto abstraernos del bombardeo y recordar a Diógenes, que buscaba con angustia “un hombre”, y hallar a alguien que sea capaz de ignorar los clics y se sienta orgulloso de que por ello lo califiquen de analfabeta digital.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com

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