Hablemos claro

El colorado

Iván Mejía Álvarez
10 de julio de 2018 - 02:00 a. m.

Cuando Pep Guardiola llegó al Manchester City encontró que Kevin de Bruyne, el albino pelirrojo de la selección belga, era el único jugador que podía leer el partido y enseñar la ruta a sus compañeros. Los demás acompañaban, jugaban muy bien, pero ninguno como De Bruyne para hacer las variantes tácticas que implementaría Guardiola en el equipo ciudadano.

Al principio lo utilizó partiendo por el carril derecho para permitirle al Chino Silva jugar perfilado a la izquierda, su pierna natural. Pero en la medida que lo fue conociendo, que actualizó el mapa del campo que tiene el chico nacido en Drongen hace 27 años, Guardiola entendió que cualquier variación táctica que quisiera realizar en el City podía partir del reacomodo del belga.

Roberto Martínez, su técnico en la selección nacional calificada para semifinales a expensas del gran favorito Brasil, también leyó a Guardiola y en el partido contra los pentacampeones implementó la variante táctica que le daría la victoria. Martínez entendió que debía solidificar la media cancha para atrapar a Neymar, Coutinho y Paulinho y por eso prescindió de Ferreira Carrasco para darle carrete a Fellaini como volante central, acompañando a Witsel y a Chadli.

Y a diferencia de los partido anteriores, donde De Bruyne partía desde muy atrás, pues jugaba pegado a Witsel en el mediocampo, esta vez lo puso como falso nueve, abriendo bien a Lukaku por derecha y a Hazard por izquierda.

De Bruyne puede ser el mejor lector del campeonato o, como dirían algunos, es un “tiempista” total. Cuando hay que esperar, pausar, ralentizar el juego, esconde la pelota bajo la suela; cuando se trata de acelerar en velocidad, con la pelota pegada al botín, al estilo de conducción de Messi, el colorado belga lo hace de maravilla.

Contra Japón es clave en la maniobra del gol de la victoria. Arranca en velocidad, mira el campo y usa a Hazard para distraer, el engaño da resultado y abre a la derecha para Meuniere. El resto lo hacen Lukaku y Chadli, pero todo empezó con Kevin. En el segundo gol contra Brasil inicia la maniobra, usa a sus compañeros en el engaño, en el pase que nunca llega, y él la remata con un derechazo cruzado.

De Bruyne lee el juego, bascula a la derecha cuando entiende que el fútbol debe ir por allí, conecta con Hazard en el espacio corto y el toque fino de la pared, busca y encuentra pequeñas fisuras por donde filtrar pases perfectos a Lukaku.

En esos 30 metros que definen su intensidad y participación, jugando muy cerca de la defensa al hacer parte del bloque de centrocampistas en la recuperación, mostrándose para ser el socio en la salida o corriendo en el espacio vacío para aprovechar las transiciones. En todas brillan su talento y su sacrificio.

Qué crack es De Bruyne.

 

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