El concejal censurador

Mar Candela
07 de febrero de 2019 - 10:21 p. m.

Johann Nestroy

El pasado martes 5 de febrero presenté el programa ‘Mujer y Sociedad” a través de la plataforma virtual de Publimetro Colombia. Unos minutos antes de empezar la transmisión del programa, el director de ese medio –Alejandro Pino Calad–, me comunicó que había recibido una carta de Edward Leonardo Vela, abogado de Hollman Morris. En esta carta el apoderado del concejal exigió que el programa no saliera al aire. Para esto apeló al artículo 20 de la Constitución Política, que dice: “se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de igualdad. No habrá censura”.

El programa se emitió exitosamente y se abordó el intento de censura por parte del concejal. Contamos con el testimonio de Lina Castillo, quien fue una de las denunciantes de acoso por parte de Hollman Morris. Asimismo, estuvo con nosotras la psicóloga Liliana Olaya, experta en violencias con perspectiva de género. Tengo varias preguntas al día de hoy sobre esta forma de censura previa y considero que Morris ejerció un abuso de poder por partida doble. Ejerció censura contra el medio, del cual hago parte, y contra mi persona. Intentó silenciar mi voz.

Primero, pretendió intimidar jurídicamente al director de un periódico. Morris considera que el medio está a su servicio y que tiene poder para determinar de qué forma trabaja el director. Desde luego, Alejandro Pino defendió la libertad de prensa, expresión y opinión. Segundo, Morris cometió un abuso de poder conmigo. Él sabe perfectamente quién soy. Soy una activista barrial, cuya herramienta de poder es su palabra. Mi voz es la única herramienta con la que cuento para defender lo que creo justo. Morris sabe que no poseo poder político, económico y social; él sabe que solo cuento con mi voz. A través de ese acto, el concejal quería demostrarme que él es intocable y que soy una insignificante mujer. Hollman Morris fue ingenuo. ¿Pensó que si censuraba mi programa yo, de algún modo, iba a dejar de presentar mis opiniones?, ¿se imaginan lo intimidante que debe ser él en lo privado? Si siendo periodista censura medios y a otros colegas, en igualdad de condiciones de clase y poder, ¿cómo será con las personas que no pueden encararlo con falta de poder y miedo?

Actualmente, no encuentro ninguna diferencia ética entre él y los liderazgos políticos que ha criticado. No puedo afirmar nada. Sin embargo, hago ejercicio de la duda razonable. Me pregunto igualmente: ¿tendré que preocuparme por daños a mi integridad psicológica, moral, social o física después de enfrentarme sin filtros a un concejal que abusa de su poder?, ¿viene una inquisición contra mí después de este intento de censura?, ¿pensará Hollman Morris denunciarme penalmente a mí a todas las mujeres que señalamos sus conductas machistas y que le cuestionamos en mi programa? Traigo a la memoria la maravillosa idea de Mercedes Sosa: “toda censura es peligrosa porque detiene el desarrollo cultural de un pueblo”.

Cierro esta columna presentándoles a Lina Marcela Castillo. Mujer barrial, negra e indígena, y que denunció públicamente a Hollman Morris por acoso. Ella habló conmigo sobre sus opiniones acerca de lo que le sucedió, los apoyos que ha recibido este político y los silencios frente a la violencia machista que sufrió. Pienso que ella es una persona crucial, que tiene una voz fuerte, que va más allá del poder.

* Ideóloga, Feminismo Artesanal

 

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