El daño a la democracia está hecho

Antieditorial
22 de abril de 2019 - 00:00 a. m.

Betty Martínez Salazar

A propósito del editorial del 20 de abril, titulado “La trágica muerte de Alan García”, dejan ustedes entre el tintero el daño descomunal que le ha hecho la corrupción a la democracia liberal del mundo, pero particularmente lo que ha ocurrido con Odebrecht en Latinoamérica, que ha salpicado a varios presidentes y expresidentes en nueve países del continente: Brasil, Colombia, Guatemala, Argentina, República Dominicana, Panamá, Ecuador, México y Perú, sumidos hoy en la más alta desconfianza en la democracia como sistema político que nos está conduciendo a los personalismos políticos y lamentablemente a acoger y expandir las ideas de la ultraderecha, como ya ocurrió en Brasil y otros países. Ideas que se alimentan con la crisis política y la falta de credibilidad en los partidos y en las instituciones democráticas.

Estamos, pues, ante la corrupción institucionalizada, que deja claro el déficit ético de los países y la falta de estatura moral de sus gobernantes y funcionarios. Así no hay democracia que resista a una cada vez mayor desigualdad en la distribución de la riqueza a partir de las relaciones ilegítimas que se establecen entre las empresas, el gobierno y la clase política.

No es entonces la muerte trágica de Alan García la criminalización de la política a manos de la justicia, como han querido hacerlo parecer sus copartidarios; todo lo contrario, el Perú es el país de América Latina que mejor ha investigado el caso Odebrecht y un buen ejemplo para el resto de países, donde los presidentes, expresidentes y funcionarios siguen tan campantes como en Colombia, incluyendo al mismo fiscal Martínez Neira, impedido para investigar el caso, por sus vínculos estrechos con empresarios comprometidos en esa investigación.

Ya lo dijo con precisión un informe de la OCDE publicado en 2018, al señalar que la desconfianza de los latinoamericanos en nuestros gobiernos alcanzó el 75 %, un aumento del 20 % con respecto al 2010.

En el mismo estudio se indica que los latinoamericanos y caribeños creen que un 51 % de sus parlamentarios en sus países están involucrados en actos de corrupción, mientras el 50 % cree que los presidentes también lo están, además que el 47 % de los concejales y los gobiernos locales también son corruptos.

Pero lo peor, según el Latinobarómetro del 2018, que mide la percepción sobre la democracia, los colombianos son los que menos confían en el poder Judicial, con un 23 %; en el Gobierno, un 22 %, y en los partidos políticos apenas el 16 %.

Por otra parte, el 80 % de los colombianos considera que quienes gobiernan lo hacen en beneficio de unos pocos poderosos y no en favor del grueso de la ciudadanía.

Con esta radiografía es evidente el grado de precariedad al que deja reducida la democracia el caso de Odebrecht en Latinoamérica, que por lo que toca a Colombia no va a pasar nada, porque este sigue siendo un país demasiado cómodo para el cinismo de los poderosos que gozan de total impunidad.

*Periodista e investigadora.

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