Hablemos claro

El depredador

Iván Mejía Álvarez
21 de junio de 2018 - 02:00 a. m.

Fernando Santos, director técnico de Portugal, recibió el máster en “defensivismo”, a ultranza cuando dirigió a la selección de Grecia. Una rocosa e impenetrable armadura a la que solo se descomponía con rayos láser. Cero espectáculo, todos encerrados y pocos resultados. No podía hacer más, con Grecia, el técnico lusitano carecía de un estilete ofensivo con el que pudiera conseguir el golcito valedero para ganar partidos. Santos recordaba que el alemán Otto Rehhagel había ganado la Eurocopa disputada en Portugal, cosechando ceros y ganando por tiros desde los doce metros.

Incorporado a la disciplina de Portugal, Santos montó un esquema defensivo con dos centuriones categóricos como Pepe y Fonte, avezados y maduros, 34 y 35 años, y con un William Carvalho, un mastín en el oficio de parabrisas delante de su defensa. William es uno de esos volantes de marca que te aterroriza con su sola presencia, al igual que Patrick Vieira o Casemiro, tan aplicados como elementales. Nada que ver con Busquets y su salida ordenada, nada que ver con el volante corrector, tan solo destructor.

Santos se fijó una tarea desde que llegó a la selección lusitana: armar un ecosistema para que su estrella, Cristiano Ronaldo, viviese cómodo, sin obligaciones de marca, sin ataduras que le hicieran perder fuelle en desgastes de retroceso. El técnico entendió que poner a CR7 en posiciones fijas por los costados, como lo utilizaban en el Madrid, era un desperdicio y de entrada pensó en que el portugués debía ser atacante central y moldear un equipo que le llevara la pelota. Santos dio en el clavo y esta Copa Mundo encuentra un Cristiano demoledor por lo eficaz y contundente. Un depredador del área.

Contra España su primer gol fue de pena máxima que “inventó” tirándose contra la pierna de Nacho. El segundo fue un remate que De Gea metió en su pórtico, con manos de mantequilla; el tercero, una delicia con pelota quieta, magistral cobro por afuera de la barrera al único rincón que De Gea no cubría. Y el cuarto, contra Marruecos, un remate de cabeza en un tiro de esquina. Como se detalla, Cristiano no ha necesitado del circuito, no requiere, hasta ahora, que le preparen la jugada, que lo acompañen, se ha defendido solo y con una contundencia letal demuestra que Santos tenía razón: es el mejor “nueve” del mundo, el delantero más eficaz de la competición. Y una cosa es ser el más efectivo y otra el mejor jugador.

El juego fue de España y Marruecos. El resultado fue de Cristiano Ronaldo. Los moros tuvieron a Portugal colgados, a punto de empatarle, pidiendo tiempo pero no pudieron porque definieron muy mal y Rui Patricio lo evitó.

Por ahora, y hasta que no se demuestre lo contrario, el fútbol sigue siendo para el que haga los goles y Portugal tiene a CR7 enchufado y en vena.

 

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