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El dictador

Cristina de la Torre
16 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.

Que la ultraderecha de este país justifique tanto cadáver, mal menor si de la patria se trata, sugiere preguntas que pueden ofender su prestada dignidad: ¿se está guisando en Colombia un autoritarismo, estadio débil de la dictadura, o habrá quien apunte aun a su extremo de régimen de fuerza declarado? ¿Qué dice la desafiante naturalidad que la Seguridad Democrática adopta frente al bombardeo de niños-“máquina de guerra”; frente al asesinato a bala de 13 manifestantes por la Policía en Bogotá; frente al exterminio de líderes sociales; frente a los 6.402 falsos positivos que ninguna dictadura registra en su haber? ¿Se sumará Colombia a la nueva ola reformista que en América Latina suplanta al modelo de Cuba y Venezuela, o caerá en satrapías como las de Ortega y Bolsonaro? Versión a la mano del dictador renacido que bañó en sangre al subcontinente. Dómine coronado de bayonetas, concentra en su persona y su camarilla el poder absoluto, para mandar sin control, sin ley, sin límite de tiempo y con puño de hierro sobre un pueblo aborregado en el miedo, despojado de su humanidad.

ADN del dictador es el personalismo político, recuerda Blas Zubiría Mutis, como expresión de una voluntad de dominio en bruto, sin arbitrio distinto del propio, que florece en la debilidad de las instituciones. O en su manipulación, se diría, cuando el golpe quiere ahorrarse el espectáculo de tanques y bombas; como se estila hoy, desde el pedestal de la voluntad general vuelta ficción. No suscriben ya los dictadores la idea desnuda del gendarme necesario que Vallenilla Lanz propuso. Pero todos pertenecen a la estirpe del tirano rodeado de aduladores fermentados en el miedo, acomplejados hasta el ridículo, arribistas hasta el deshonor.

De caudillos y dictadores está empedrada la historia latinoamericana. Hacendado o valentón en las guerras civiles del siglo XIX o, después, el que responde lo mismo a costumbres y valores de parroquia, premodernos, que a las prácticas más agresivas del liberalismo económico. Trocado en dictador, ocupa el viejo caudillo el vértice de la moderna pirámide clientelista. Conectó él la modernidad política con el mundo rural de provincia, todavía dominado por jerarquías tradicionales y relaciones de dependencia personal que el dictador trueca en mecanismo de manipulación de masas. El más reciente tipo de dictador es el adiestrado en guerra contrainsurgente, que tuerce la ley a su antojo, se rodea de paramilitares y potentados y pasa por patriota modernizador.

Ningún cincel tan afilado como la literatura para penetrar en el carácter moral del dictador. Para entresacar el esqueleto que da estructura al símbolo del tirano en sus muchas variantes y colores. Ya marioneta, ya bufón, ya el esperpento de Valle-Inclán, cuyo Tirano Banderas fue la novela madre de cuantas se escribieron en Hispanoamérica sobre el dictador. No le ahorra puñaladas a su pluma el español, para pintarlo como calavera con antiparras negras y corbatín de clérigo, o como el negro garabato de un lechuzo. Es éste el dictador de pistola y fusta, tirano ilustrado y austero de largas astucias que encubren una crueldad esencial. “Ante aquel temor tenebroso, invisible y en vela –escribe- la plebe cobriza revivía en terror teológico una fatalidad religiosa poblada de espantos”. Y al final, en la hora de la derrota, “para que no te gocen los enemigos de tu padre, sacó del pecho un puñal, tomó a la hija de los cabellos y cerró los ojos… la cosió con quince puñaladas”.

La prolija gama de los regímenes de fuerza y el contexto que los rodea no aconsejan analogías mecánicas. Pero entre una dictadura que asesina a 10.000 haitianos y una democracia que ejecuta 6.402 falsos positivos se crea un lazo de parentesco político difícil de ocultar. Sabrán los colombianos qué nombre dar al régimen que su extrema derecha cultiva.

Cristinadelatorre.com.co

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Gloria(31573)16 de marzo de 2021 - 09:48 p. m.
Magnífica columna. Si no fuera por la dolorosa realidad que refleja, sería una pieza casi poética. Si los colombianos no despertamos estaremos en manos de estos carroñeros por siempre. Ellos tienen sed de sangre ("lo que quiero es ríos de sangre"), sed de enriquecimiento ilegal. Para colmo de males Belcebú tocó al innombrable #82 con la varita de la inmortalidad. Para él 6.402 es poco, pide más.
  • tuopinioninsolente(29421)16 de marzo de 2021 - 10:54 p. m.
    totalmente de acuerdo- es una pieza poetica
Lorenzo(2045)16 de marzo de 2021 - 09:27 p. m.
Debajo de la enjalma hay otra enjalma. Sobre la que Ferdinand Marcos, carequeso Noriega, o antes de ellos, Leonidas Trujillo, Getulio o con más desembozada puesta en escena el gafufo Pinochet: en el orillo de la tela de cada apero, gastado por el paso de los años, es legible aún un borroso "Made in U..." La señora Indepedencia tiene un amante rubio, fruto de esos amores, pronto llegará el diluvio.
abcdat(39500)16 de marzo de 2021 - 07:25 p. m.
Hasta ganas dan de que el miserable de las chuspas se trepe al poder para que estos estúpidos juntaletras de la prensa conozcan lo que es de verdad vivir en dictadura. Si este país se hunde en el abismo narcosocialista será con la entusiasta colaboración de la sección de opinión de los diarios oficiales. Llegará el día en que extrañen a la "ultraderecha".
  • Darío(12941)17 de marzo de 2021 - 02:53 p. m.
    Tontito uribista.
  • Adrianus(87145)16 de marzo de 2021 - 09:54 p. m.
    abcdat, el país ya está hundido.
Jota(18886)16 de marzo de 2021 - 04:41 p. m.
Excelente. Gracias
shirley(13697)16 de marzo de 2021 - 03:47 p. m.
Doña Cristina:usted y un puñado más de mujeres que escriben en este diario hacen la gran diferencia entre la valentía y la verdad y la cobardía y la mentira.Son forjadoras de opinión,de carácter y de conciencia.Saben que los poderosos de turno esgrimen armas letales.No van de caña.Conocen a sus contradictores y los vuelven víctimas de su odio.Mi admiración.Solo repicando las campanas se oirán.Bien
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