El discurso de Obama

Armando Montenegro
22 de julio de 2018 - 02:30 a. m.

El expresidente Barack Obama pronunció el martes pasado un importante discurso en Johannesburgo con motivo de la celebración de los 100 años del nacimiento de Nelson Mandela, en el cual hizo un diagnóstico de la situación mundial y presentó algunas orientaciones para el manejo de los problemas de la actualidad.

Obama plantea que el mundo se halla en una encrucijada, ya que dos visiones opuestas compiten por “los corazones y las mentes” de los ciudadanos del planeta. En un extremo, la visión de Lincoln y Mandela de igualdad y justicia en medio de la democracia, la libertad y el respeto de los derechos humanos, un sistema que de manera imperfecta se puso en marcha en casi todo el mundo hace 25 años, después de la caída del comunismo y el fin del apartheid y las dictaduras militares latinoamericanas, el mismo que permitió el impulso a la igualdad de la mujer y las minorías sexuales, religiosas y raciales, y que, con la apertura comercial y el crecimiento económico, sacó de la pobreza a más de 1.000 millones de personas. A esta visión liberal se opone la reciente ola de gobiernos autoritarios, fundamentados en el temor y el resentimiento, que promueven el nacionalismo y el desprecio a los inmigrantes y las minorías. Entre estos últimos, por supuesto, se encuentran Trump, Putin, Erdogan y otros líderes semejantes, entre ellos los dos brutales dictadores de América Latina, tan despreciables como los somozas y pinochets de antaño.

Obama plantea que la principal falla de la democracia liberal ha sido el haber permitido el incremento de la desigualdad en las últimas décadas y añade que el hecho se vio reforzado por el impacto de la gran recesión de 2008, que elevó el desempleo y además socavó el prestigio de las instituciones a cargo del manejo económico. Con base en la rabia y el resentimiento de los grupos golpeados por la crisis y los efectos de las nuevas tecnologías sobre el trabajo, llegaron al poder numerosos líderes autoritarios que desprecian la democracia, la libertad de expresión y los derechos humanos, impulsan la protección económica y las guerras comerciales, y menosprecian las instituciones de cooperación internacional.

Obama no ve otra opción que fortalecer la democracia liberal, corrigiendo sus problemas y defendiendo la igualdad y los derechos humanos. La clave, según él, es encontrar mecanismos eficaces para reducir la inequidad y promover en forma efectiva la igualdad de oportunidades. Insiste en que se debe impulsar un sistema de economía de mercado, que denomina inclusivo, que sea capaz de proteger efectivamente a los grupos más débiles y poner freno a los abusos de los monopolios.

Pero el centro de las preocupaciones de Obama es la defensa de la democracia. Al respecto señala que la democracia es mucho más que la celebración periódica de elecciones y que debe basarse en instituciones fuertes y la protección de las minorías. Señala que la democracia no puede funcionar sin la verdad y se lamenta de que los líderes autoritarios mientan en forma sistemática, desprecien los debates y combatan a los medios de comunicación que los cuestionan y los ponen en evidencia.

Aunque el expresidente no está seguro de que por algún tiempo no puedan prevalecer las políticas del temor, el resentimiento y el autoritarismo, su mensaje es de esperanza en el triunfo final de la libertad y la democracia.

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