El dolor

Enrique Aparicio
11 de noviembre de 2018 - 05:00 a. m.

Hemos nacido en esquemas sociales y religiosos donde el perdón es una necesidad para poder ser feliz; sin embargo, el concepto como tal carece de “manual”. Está muy bien reconocer que hemos o nos han maltratado, pero en muchos casos vemos que la gente se ofende por todo, quizás para llamar la atención, o para calmar un ego grande que quiere imponer su razón. No es raro que la expresión de perdón pueda agrandar, enaltecer el ego de alguien a quien se le ha pedido el famoso perdón. El medio social la tiene fácil, el consejo que recibes es “cerrar el archivo y listo, no más cuento”.

Pero vayamos a la parte seria, de mayor peso. No se necesita ser psicólogo para entender que una persona que ha recibido una herida en lo emocional tenga a flor de piel la aceptación del perdón. En muchos casos pedir perdón es difícil y aceptarlo es más complicado. Quien ha recibido una herida necesita tiempo para sanarla e ir poco a poco aceptando, procesando, “negociando” con nosotros mismos para acabar con el dolor. Un contexto entre dos personas o una familia en la que prefieren no hablarse y cargar con el bulto del odio toda la vida es algo de lo que todos hemos sido testigos alguna vez, que perdura por años simplemente porque no están dispuestos a caminar por ese sendero que muchas veces se puede demorar años en recorrerlo.

Está el “otro perdón”: unos 60 millones de personas entre militares y civiles murieron en la Segunda Guerra Mundial. Hubo grandes líderes, entre políticos como Konrad Adenauer, el canciller alemán, o Robert Schuman, el gran estadista francés que, con su colega Jean Monnet, propuso el control del carbón y el acero para estrangular la producción de algún país que quisiera armarse de nuevo. La creación del control conjunto de estas materias se considera como el nacimiento de la Unión Europea en el año 1950. Para lograrlo hubo que remontar mucho dolor, perdonar lo que hicieron los nazis en el resto de Europa y no culpar a todos los alemanes por los abusos de un grupo. Este perdón colectivo ha permitido unir fuerzas para crecer y luchar por la paz en este continente y asegurarse de que nunca volverá a ocurrir otra guerra.

Los ideales que se han buscado son de largo alcance. Pero antes, para acabar o disminuir el dolor y así evitar que intervenga en el desarrollo de ideales como el libre tránsito de personas y bienes entre los países pertenecientes a la Unión, el manejo de capitales, la libre contratación de mano de obra y el resto, fue necesario lavar las heridas que dejó la guerra.

Uno de los movimientos que contribuyeron a la búsqueda de una reconciliación europea entre países que sufrieron desastrosas consecuencias de la guerra fue el llamado Rearme Moral, que reunió líderes de todos los frentes sociales y económicos para buscar la conciliación entre los países.

En YouTube encontré el relato de una mujer española mutilada por una bomba terrorista en España, que insiste en perdonar a quienes le causaron tanto daño.

YouTube:

https://youtu.be/2i-lYXVPY1E

Que tenga un domingo amable.

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