El “efecto cobra”

Mauricio Botero Caicedo
28 de abril de 2019 - 10:00 a. m.

A las decisiones políticas o sociales que terminan por tener un resultado diametralmente opuesto a lo que originalmente se deseaba se las conoce en economía como “efecto cobra”. El origen de la expresión es bastante curioso: el gobierno colonial británico en la India, que buscaba purgar a Nueva Delhi de serpientes venenosas, decidió eliminar las cobras. Esperando acabar de un tajo con el problema, una ley estableció un pago de 45 rupias a todo aquel que llevase una cobra muerta a las autoridades. Pero los británicos no contaban con el ingenio de los hindúes, pueblo tan divertido como emprendedor. Acostumbrados a las cobras, los nativos pronto comenzaron a reproducir estas serpientes dado que por las crías muertas les pagaban bastante más rupias que el costo de reproducirlas. Cuando los ingleses se dieron cuenta de que el programa de recompensas no funcionaba, cancelaron los pagos y a la población de cobras cautivas, que ahora no valía nada, la dejaron libre. Nueva Delhi terminó ahogada en un alud ofídico bastante más grave que el que tenía antes de la “solución”. El mismo error, unos años después, se repitió en la ciudad de Hanói. En este caso, los franceses pagaban por la cola de las ratas, por lo que los nativos se limitaron a criarlas, cortar sus colas y liberarlas. Sobra decir que la población de ratas se incrementó… y en particular la de ratas sin cola.

En el 2012, para evitar confrontaciones con las Farc, con quien había iniciado conversaciones, el Gobierno anterior suavizó sus operaciones de erradicación en áreas controladas por los narcoterroristas; y basándose en una interpretación cuestionable de una sentencia de la Corte Constitucional, y sin tener absolutamente ninguna alternativa para frenar los cultivos, en el 2015 suspendió las fumigaciones con glifosato. Pero si el no perseguir a los narcoterroristas y el dejar de fumigar no fuera suficiente incentivo para multiplicar el área sembrada en coca, el Gobierno diseñó lo que terminó siendo un “efecto cobra” platanizado: a los campesinos que erradicaban sus cultivos ilícitos les entregaban un millón de pesos mensuales durante un año y 19 millones de pesos para iniciar la siembra de productos alternos. Los campesinos, que entendieron que entre más coca tuvieran, más dinero iban a recibir por parte del Gobierno, se dedicaron con asombrosa agilidad a sembrar. El área cocalera pasó de 46.000 ha a 220.000 ha en menos de tres años.

Los fracasos de la política reptil británica en la India, de las medidas en contra de las ratas de los franceses y de la política de erradicación de coca en Colombia demuestran que la falta de análisis previo de los resultados puede llevar a consecuencias catastróficas. Como bien lo señala el economista catalán Xavier Sala i Martín, “uno de los trabajos más difíciles de los economistas es estudiar por qué el efecto de un impuesto, un subsidio, una regulación, un arancel, un precio o una política sea exactamente el contrario del que esperan los políticos o los analistas amateur que no entienden el papel de los incentivos. Los análisis superficiales o amateurs frecuentemente acaban proponiendo soluciones mágicas, ‘fáciles’… ¡y equivocadas!”.

Apostilla: no estoy de acuerdo con los muros que construyen los países, pero prefiero por mucho los muros que buscan evitar la entrada a aquellos muros que pretenden impedir la salida.

 

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