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El elefante pela el cobre

Sergio Otálora Montenegro
05 de diciembre de 2020 - 03:00 a. m.

MIAMI. Por fuera de la órbita trumpista, hay estupor: el Partido Republicano, simbolizado por un elefante, ha pelado sin remedio el cobre. Ya hace un mes que se celebraron las elecciones, y ninguno de los grandes dirigentes de ese partido ha dicho con claridad, y de manera pública, que Joe Biden es el presidente electo en unas elecciones transparentes en las que no se pudo demostrar fraude, a pesar de las 42 demandas que hasta el momento han interpuesto la campaña de Trump y sus aliados. De todas ellas, sólo una han podido ganar. El resto han sido un total fracaso.

Ni la certificación oficial del resultado de las elección en cada estado (todos los que tenían demandas ya la hicieron) , ni el hecho contundente de que el fiscal general Bill Barr no pudo demostrar la existencia de un raponazo electoral masivo, han impedido que importantes líderes republicanos y más del setenta por ciento de la militancia de la colectividad roja crean que, en efecto, el pasado 3 de noviembre y días posteriores hubo una sórdida y bien orquestada conspiración de demócratas, FBI, CIA, decenas de jueces corruptos -liberales y conservadores, incluso algunos de ellos nominados por Trump y confirmados por el senado de mayoría republicana- burócratas del Pentágono y hasta el fantasma de Hugo Chávez, para robarse el “contundente” triunfo electoral del presidente en supuesto camino seguro hacia su reelección.

Toda esa farsa ha tenido un efecto práctico y en efectivo: durante este mes de falsedades diarias, sobre todo en internet y en correos electrónicos a sus seguidores, Trump ha logrado recolectar 207 millones de dólares en donaciones de sus defraudados y manipulados simpatizantes, supuestamente destinadas a su defensa legal, pero en más del setenta por ciento puestas al servicio de un comité de acción política (PAC) llamado “Save America” que estaría en el proceso de preparar el regreso de Trump en 2024. En últimas, es una estafa más porque ese dinero, en realidad, lo tendría el próximo nuevo expresidente para cubrir sus deudas de campaña y pagar el equipo de abogados que debe contratar para enfrentar las demandas que se le vienen encima.

Las opiniones están divididas: algunos creen que el hombre no se aguantará las ganas de volver a la palestra y presentarse como precandidato del Partido Republicano. Al fin y al cabo, obtuvo 74 millones de votos, la segunda votación más alta en la historia de Estados Unidos. La primera es la de Biden, con más de 80 millones de sufragios. Este cuatrienio de escándalos diarios y mentiras de todos los tamaños ha logrado forjar una base de fanáticos del “magnate” de Manhattan que lo siguen con la ceguera del culto a la personalidad y están dispuestos a tragarse cualquier cuento.

Pero hay otros que creen que con el paso de los días, y el aumento de sus líos legales, Trump y su cohorte corrupta serán historia. Perderá relevancia, no sólo por lo contundente de su derrota, sino por la manera como la ha manejado. Si en Georgia los candidatos republicanos al senado pierden la segunda vuelta, y son aplastados por los demócratas, es menor la probabilidad de que, en cuatro años, los republicanos aspirantes a la presidencia acepten aplazar sus ambiciones políticas para apoyar a este líder que llevó al fracaso a su partido en dos instancias clave: la Casa Blanca y el senado.

La gran paradoja de toda esta crisis inventada en el Despacho Oval es que han sido los republicanos en condados y estados los que han salido a defender la integridad de las elecciones y han representado un colosal mentís al corrosivo ataque de Trump contra el sistema electoral. En Georgia, por ejemplo, el director del departamento de elecciones (republicano), el secretario de Estado (republicano) y el gobernador (republicano) han seguido todos los procedimientos y acatado todas las solicitudes de la campaña de Trump, como las de los reconteos de votos, tanto manual como electrónico. En las dos modalidades, los resultados se mantuvieron a favor del presidente electo.

Pero es la dirigencia nacional, los republicanos de Senado y Cámara en Washington, los que están aprovechando la estulticia de su líder para mantener entusiasmado al electorado que les servirá para reelegirse en 2022, legislar con el fin de restringir el voto sobre todo de las minorías, y tratar de que en un futuro, ante una circunstancia como la actual, haya funcionarios leales pero corruptos que sean capaces de borrar el voto popular en aras de mantener de manera artificial y fraudulenta, el poder del Partido Republicano.

El presidente abrió la caja de Pandora. Demostró la fragilidad del sistema, la manera como una persona, en connivencia con un partido, puede destruir en semanas 244 años de vida republicana. No hace falta, desde el punto de vista constitucional, que acepte su derrota, pero sí es necesario, fundamental, que reconozca la legitimidad de los resultados y al ganador. La última propuesta de Trump, sin sustento legal, es que la Corte Suprema, por arte de birlibirloque, invalide los resultados de las elecciones. Un grupito ultraderechista que se hace llamar “La Convención de Nosotros, el Pueblo”, (We the People Convention) sacó por estos día un manifiesto en el que le pide al presidente que invoque la ley marcial, llame a nuevas elecciones, “si los legisladores, las cortes y el congreso no siguen la Constitución”.

La idea es que los militares supervisen los nuevos comicios, que Trump censure a los medios de comunicación que le son adversos – incluyendo por supuesto los medios digitales y las redes sociales – y que, por fin, haya elecciones transparentes, sin voto por correo, para extirpar a Antifa (un movimiento antifascista que se ha vuelto un fantasma que está en todas partes) y BLM (Black Lives Matter), supuestamente dos falanges fuertemente armadas, patrocinadas por el comunismo internacional. “Nos están atacando desde adentro”, afirma, en tono alarmista, ese manifiesto. Lo preocupante es que el primer exasesor de seguridad de Trump y alto exgeneral del Ejército, Michael Flynn (quien fuera perdonado por el presidente por el delito de mentirle al FBI, durante las pesquisas sobre la trama rusa), apoyó ese rabioso comunicado.

Después del 14 de diciembre, cuando los 538 delegado del colegio electoral se reúnan y confirmen la victoria de Biden con 306 votos (se requieren 270 para ganar la presidencia) contra 232 de Trump, se sabrá en realidad a qué profundidades piensan llevar la crisis constitucional los líderes republicanos. Si a pesar de lo anterior, siguen sin aceptar la derrota de su gran timonel en la Casa Blanca, y apoyan su inmadurez patológica, el mundo verá con sorpresa unas cuantas “primera vez”: primera vez que un presidente no asiste a la posesión del mandatario entrante; primera vez que el mismo día de la ceremonia de juramentación el presidente saliente anuncia, en manifestación paralela, su postulación presidencial para el 2024; primera vez que un partido tiende un gran manto de duda sobre la legitimidad del triunfo del mandatario a punto de tomar posesión de su cargo y, si el asunto es extremo, primera vez que las autoridades de policía, el 20 de enero, obligan al ya ciudadano Trump a desalojar la Casa Blanca.

En las actuales circunstancias, con todas las sorpresas que ha dado el partido de gobierno (que ha exhibido un sorprendente talante autoritario y antidemocrático) y su presidente, hay que estar preparados para lo inaudito.

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Adrianus(87145)06 de diciembre de 2020 - 04:16 a. m.
Todo se puede esperar de un insane.
Alberto(3788)06 de diciembre de 2020 - 12:04 a. m.
De no creer. Muy buena columna.
Celyceron(11609)05 de diciembre de 2020 - 10:38 p. m.
Primera vez, también, que la cuna de la democracia nos muestra su talante dictatorial. ¡No se aguantan los presidentes elegidos por voto popular y nos ponen el dictador que les conviene!
Arturo(82083)05 de diciembre de 2020 - 10:24 p. m.
Al columnista se le paso mencionar otra carta marcada que tiene Don Trompo: la ñeñe politica made in USA. Dicen las malas lenguas que el Centro de Pensamiento Estrategico de la Sergio esta instruyendo y asesorando al mono naranja y que la jugadita consiste en pasarle un billetico por debajo de la mesa a 38 delegados democratas al colegio electoral para que se volteen y voten por Don Trompo.Genial
Assia(26182)05 de diciembre de 2020 - 08:59 p. m.
"Peló el Cobre", desde cuatro años cuando los elefantes eligieron a Trump, un personaje sin capacidad para conducir este país grande, poblado y poderoso. Después del 20 de Enero sabremos de las demandas que se le vienen, por abuso de poder y corrupción incluyendo a su familia.
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