El enemigo de James

Antonio Casale
05 de agosto de 2019 - 11:00 a. m.

A dos semanas del comienzo de la Liga de España, el Real Madrid tiene 28 jugadores disponibles. Uno de ellos, uno más en esta ocasión, es James Rodríguez. A decir verdad, si se queda en la Casa Blanca tendrá pocas posibilidades de jugar, y no es porque sea mal jugador o porque Zidane no lo quiera.

Todos tenemos nuestro tamaño, incluso James, y ya es hora de que él acepte el suyo. Rodríguez es el jugador más exitoso de la historia de nuestro fútbol. Fue goleador en un Mundial. Es un logro inmenso, pero las credenciales hay que validarlas todos los días. Con todo y su irregularidad, en Alemania le ofrecieron quedarse y él no quiso aceptar por el hecho de tener que luchar por un lugar en la titular. Ahora, de no aparecer un equipo que ponga el dinero que el Madrid espera, difícilmente irá al banco de suplentes al comienzo de la temporada.

Para que James se sienta feliz y libre cuando se viste de amarillo es porque lo que siente cuando está en su club en Europa no es nada divertido. El tenista Andre Agassi contaba en su biografía que llegó un momento en el que la presión era tan alta que, cuando ganaba un partido, en vez de sentir satisfacción sentía alivio. Tenaz. Algo parecido debe sentir James cuando logra sobresalir en Europa, cosa que hoy en día lamentablemente no es frecuente. Mientras tanto acumula frustraciones que han minado algo fundamental en cualquier profesión: la confianza en sí mismo.

James tiene varias tareas pendientes para cumplir con el reto de volver a un lugar privilegiado en el mundo del fútbol. La primera es volver a divertirse en una cancha, y para eso es indispensable reinventarse. Ya tiene poco por perder y esa es la única manera de sacar de nuevo su repertorio y así convencer al entrenador de turno para que lo ponga a jugar. También debe bajarse de la nube en la que anda, esa en la que cree que el club para el que juegue tiene que girar alrededor de él y no él alrededor de su equipo. Fundamental será que se concentre en su carrera como futbolista; las distracciones le han hecho mucho daño. Además necesitará mucha paciencia y constancia si se queda en Madrid, porque sus apariciones, al menos mientras demuestra que merece ser titular, serán pocas. El enemigo de James no es Zidane, el enemigo de James es él mismo.

 

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