El espejismo del Estado

Jorge Iván Cuervo R.
26 de abril de 2019 - 06:00 a. m.

Es común escuchar que buena parte de los problemas de Colombia se resuelven con más Estado, como si ello fuera una fórmula mágica que bastaría aplicar allí donde hay ausencia del mismo. Esta idea hace parte de una larga tradición teórica que podría rastrearse hasta el trabajo de Paul Oquist –curiosamente hoy alto funcionario del gobierno de Ortega en Nicaragua– Violencia, conflicto y política en Colombia, obra que planteó la tesis del colapso parcial del Estado para explicar los problemas de la violencia y el subdesarrollo a mediados del siglo pasado en nuestro país.

Aún hoy, la variable “falta de Estado” sigue siendo fundamental para explicar los problemas de Colombia y la receta preferida ambos lados del espectro ideológico. Pero, como bien se pregunta la investigadora Gloria Isabel Ocampo, ¿cuál Estado para cuál ciudadanía?* ¿Tenemos claro cuál es el tipo de Estado que debe “llevarse” a los distintos territorios? ¿El que se imagina desde Bogotá, desde el Departamento Nacional de Planeación y los distintos ministerios, o el que perciben y necesitan las distintas comunidades en la llamada periferia? ¿Qué entendemos por periferia en Colombia? ¿Realmente se puede hablar de Estado en los 1.040 municipios de cuarta, quinta y sexta categoría donde no hay ni capacidad institucional ni recursos para proveer los bienes públicos básicos?

¿Queremos llevar a los territorios de la llamada periferia el Estado que fue incapaz de evitar las 32 muertes en el municipio de Rosas en el Cauca? ¿El Estado que representan los alcaldes que fueron incapaces de tomar las medidas necesarias para impedir este desastre, o el de los directores del Fondo de Adaptación que fueron incapaces de implementar las medidas de mitigación necesarias a pesar de existir un contrato ya firmado o los recursos asignados?

O, como bien lo plantea la investigadora Ocampo, ¿queremos un Estado al servicio del clientelismo, o cooptado por él? ¿Se puede reconstruir el Estado en las regiones afectadas por el conflicto interno sin tener en cuenta el poder de esas redes clientelares locales? ¿El Estado resultado de esa negociación es el Estado deseado, el que se necesita?

Pero para no ir muy lejos, ¿el Estado que queremos reproducir es el que no recibe una denuncia de un delito porque “es que estamos en Semana Santa y solo se reciben denuncias de homicidios o lesiones”?, ¿o el Estado que no tiene control de la tropa y es incapaz de impedir una muerte tan atroz y repudiable como la del desmovilizado de las Farc Dimar Torres? Al margen de esto, ¿no debería asumir alguna responsabilidad el ministro de Defensa por este hecho? Ah, verdad que estamos en un Estado donde ningún funcionario responde por nada. ¿Cuántas renuncias por la tragedia de Rosas?

¿Queremos un Estado donde un nuevo gobierno desconoce los compromisos adquiridos por gobiernos anteriores con el argumento según el cual para eso ganamos las elecciones, y de malas si no les gusta? ¿Esa eficacia probada del Estado en algunos sectores a nivel nacional es replicable en el territorio? ¿Hace cuánto no se hace una reforma del Estado? ¿Hace cuánto no se plantea siquiera una reforma al Estado departamental y municipal? ¿Queremos un Estado donde la Escuela de Administración de los servidores del Estado se le entrega cada año a politiqueros de turno? ¿Tenemos recurso humano calificado e incentivado para ejercer sus funciones?

El Estado, ese factor de desarrollo en muchas sociedades modernas, capaz de arbitrar los conflictos y proveer bienes públicos, en Colombia funciona a medias, en unas regiones sí, en otras no, en unos servicios sí, en otros más o menos, los fines de semana y de noche a duras penas, y en general depende de la buena voluntad del servidor de turno, para el ciudadano común es más un espejismo, cuando no un obstáculo.

@cuervoji

* Ocampo, Gloria Isabel. ¿Cuál Estado para cuál ciudadanía? Paradojas y disyunciones de la modernización del Estado en Colombia. Cinep, Eafit, Colciencias, 2018.

 

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