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El Estado de malestar

Adolfo Meisel Roca
31 de mayo de 2008 - 03:40 a. m.

LATINOAMÉRICA TIENE LA DIStribución del ingreso más desigual del mundo, junto con el África tropical. Esa realidad es bastante conocida. ¿Pero por qué persiste esta situación de iniquidad?

Una de las principales razones para la inercia en la concentración del ingreso es porque en las sociedades más desiguales las élites tienen mucha influencia en las políticas económicas y, por lo tanto, éstas  favorecen a los ricos. Un escenario donde ello ocurre es en la política fiscal. Los Estados modernos cobran impuestos y luego los gastan en las áreas que consideran prioritarias.

En los países desarrollados uno de los objetivos más importantes de los gobiernos es la reducción de las desigualdades en el ingreso. Por esa razón, los impuestos son progresivos: entre mayor sea el ingreso de una persona, pagará más en términos porcentuales. Además, en el gasto se les da prioridad a las personas de menos ingreso. En síntesis, tanto por el lado de los recaudos como por el lado de los gastos la política fiscal resulta siendo a favor de los pobres. Este es un de los pilares del llamado Estado de bienestar.

Un estudio reciente de los economistas Edwin Goñi, J. Humberto López y Luis Servén (Banco Mundial, Documento de Trabajo No. 4487, enero de 2008) evaluó el efecto redistributivo del Estado en Latinoamérica y lo contrasta con lo que sucede en Europa. En esta última región del mundo, antes de los efectos de la  política fiscal, el índice Gini de la distribución del ingreso (el cual varía entre 0 y 1) es de 0,46. Una vez interviene el Estado, ese índice baja a 0,35, es decir, se reduce la desigualdad en un 15%.

¿Cómo se afecta en Latinoamérica la distribución del ingreso por los impuestos y gastos del estado? Lo que estimaron Goñi y sus colegas es que en esta región el Gini antes de la intervención estatal es de 0,52 y después está entre 0,50 y 0,51. Es decir que estadísticamente permanece igual. Es lo que la economista Nora Lustig ha denominado, con mucha razón, el Estado de malestar.

Esa situación se presenta también en Colombia, en donde el Gini antes y después de impuestos es el mismo, 0,53. En contraste, en un país como Gran Bretaña, el Gini antes de la intervención del Estado es de 0,52 y después de su accionar baja a 0,38, una reducción del 27%.

Los anteriores resultados no son nuevos. En 1979, el economista Marcelo Selowsky concluyó que el gasto público en Colombia era regresivo, es decir que aumentaba las desigualdades interpersonales en el ingreso. Luego, en 1995, Carlos Eduardo Vélez realizó un ejercicio similar, llegando a la misma conclusión.

Hay muchos componentes de la política fiscal colombiana que se deben revisar si se quiere acabar con sus sesgos anti pobres. Algunos de los principales son las exenciones tributarias, los subsidios a las pensiones, los subsidios a los estudiantes universitarios sin consideración del nivel socio económico de su familia, como ocurre, por  ejemplo, cuando un estudiante de estrato 6 estudia medicina en una universidad pública. Para construir una sociedad más justa es necesario contar con un régimen de impuestos progresivo y un gasto público total pro pobre. Sólo así podremos hablar de un Estado de bienestar.

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