El Estado de vuelta

Jorge Iván Cuervo R.
27 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

En un informe de septiembre del año pasado titulado A World at Risk, la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación, un órgano independiente creado por el Banco Mundial y la OMS, advirtió de manera premonitoria: “Nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e inseguridad generalizados. El mundo no está preparado”.

A renglón seguido, recomendaba adoptar una serie de medidas urgentes por parte de los Estados para mitigar los efectos de esta pandemia. Este informe fue desatendido por los distintos gobiernos, pero todo indica que ya existía información de que algo como lo que sucede con el coronavirus podía pasar en el corto plazo, y no se tomaron las medidas oportunas y adecuadas. Seguramente las cifras apocalípticas allí contenidas hicieron que el informe no se tomara en serio, pero lo cierto es que una vez más el Estado y los gobiernos fallaron, porque es un hecho que estos informes de organizaciones internacionales se dirigen principalmente a los Estados, que son los que tienen los recursos y los mecanismos para implementar las medidas sugeridas.

Los españoles podrán preguntarse si su gobierno perdió más de un año en la búsqueda de los votos necesarios para la investidura del presidente Sánchez, en lugar de estar enfocado en la preparación del sistema de salud para una emergencia de esta naturaleza, e igual, los italianos cuestionarán cuáles son las prioridades de sus gobernantes: si permanecer en el poder a cualquier costo – la búsqueda de la llamada gobernabilidad- o ejercer el poder en nombre del interés común.

Pero de manera paradójica, en medio de la crisis global por el coronavirus, el Estado, a pesar de sus enormes fallas, se ha puesto de nuevo en el foco de interés, debido a que es claro que sin un alto grado de cooperación social será más difícil superar esta pandemia, y el Estado parecería ser el único capaz de lograrlo, bien sea de la forma autoritaria con alto grado de efectividad, como en China, o bien, a la manera dubitativa y vacilante de las democracias occidentales, cuyos gobiernos se debaten entre proteger la economía y los escrúpulos de restringir derechos y libertades con órdenes de aislamiento generalizadas. El filósofo Byung-Chul Han explica muy bien este contraste en el manejo de la crisis https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html

Las llamadas políticas del Ajuste Estructural la emprendieron contra el Estado, por su costo, ineficiencia y captura por parte de intereses – críticas muchas de ellas razonables-, y trasladaron buena parte de sus responsabilidades al mercado, al sistema de precios, bajo la premisa de asignaciones más eficientes, dejando al Estado en cuidados intensivos, desprestigiado y debilitado. Las funciones estatales, como la de proveer servicios de salud de calidad financiados con los impuestos de todos, fueron dejados a particulares y los derechos se convirtieron en servicios por los que había que pagar, lo cual trajo como consecuencia enormes desigualdades, tanto en el acceso como en la calidad de la prestación, como lo estamos viendo.

Recortes en los presupuestos de salud para mantener el equilibrio macro en la Unión Europea está en la base del colapso del sistema de salud español y su insuficiencia para atender la pandemia del coronavirus. Los gobiernos europeos leen mucho mejor las señales del Banco Central Europeo de apretarse el cinturón fiscal que en fortalecer los sistemas de salud públicos. Como dijo Joan Subirats respecto de la situación española: “Ahora echamos en falta camas que tuvieron que suprimirse en aras de la disciplina presupuestaria” https://elpais.com/elpais/2020/03/20/opinion/1584703065_526203.html

Europa, y ahora América descubren con horror la insuficiencia de sus instituciones para enfrentar una situación de esta naturaleza. Entienden que el mercado no lo puede todo y que las sociedades necesitan de un órgano capaz de ver el problema y de lograr consensos mínimos, sin lo cual la anomia social sería la regla. Es al Estado – a los gobiernos – a quien le corresponde tomar medidas restrictivas necesarias para detener el contagio y evitar que de esa manera colapsen los sistemas de salud, y adoptar las medidas necesarias para garantizar la seguridad alimentaria, proteger empleos y conservar el orden público.

El Estado falló para prevenir y contener la pandemia, pero sin una estrategia de cooperación y regulación social, será mucho más difícil salir de ella, y eso solo lo pueden lograr Estados legítimos con gobiernos capaces de orientar a los ciudadanos hacia un horizonte común, esto implica comprender y atender las desigualdades que esta crisis ha puesto en evidencia.

@cuervoji

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