“El fantasma del castrochavismo”

Hernán González Rodríguez
23 de junio de 2017 - 02:00 a. m.

La revista Semana publicó el pasado 10 de junio un extenso y desorientador artículo con el mismo título de esta columna, para tratar de convencer al 55 % de los colombianos que no existen posibilidades reales de convertirnos en una próxima Venezuela, según la Gran Encuesta de Invamer. 

La realidad es que las diferencias son abismales —inicia Semana—. Presenta Venezuela una historia de inestabilidad institucional y la mayor riqueza petrolera del planeta, 300.000 millones de barriles de reservas. Colombia tiene mayor solidez institucional, pero sin la chequera del vecino. El castrochavismo se erige en dos pilares: la crisis del sistema político y su corrupción.

Opino, la solidez institucional y económica de Colombia se ha desquiciado durante el gobierno del presidente Santos. Santos y Maduro carecen del carisma cautivador de Hugo Chávez, se asemejan ambos en sus sandeces, en sus gobiernos corruptos y en que gobernaron, además, durante los años de las vacas flacas.

“La respuesta radica para Semana en cuatro circunstancias que confluyen en la actualidad: el colapso de Venezuela, la oposición de Uribe, el odio por las Farc y las embarradas del Gobierno”. 

Tiene razón la revista cuando aduce que las dimensiones del fracaso de la revolución bolivariana conducen a que nadie en el mundo quiera ser castrochavista, esto es, padecer hambre, falta de medicamentos, desabastecimientos en los almacenes del 80 %, incluyendo hasta el papel higiénico. A la crisis de la economía venezolana tan solo la supera hoy la de Haití en Latinoamérica.

Carece de razón la revista cuando comienza por afirmar que el martilleo de Uribe con la supuesta amenaza castrochavista ha creado un efectivo imaginario que se convirtió en terreno abonado para desatar el pánico de la ‘venezonalización’ de Colombia.

El eje de este imaginario, como tangencialmente lo reconoce la revista, se debe al temor a la participación en política de la guerrilla y al riesgo de que su participación ventajosa pueda conducirnos al marxismo que anunciaron las Farc en su tesis #25 en su X Conferencia en los llanos del río Yarí: “Nos seguiremos orientado por un ideario inspirado en el marxismo, el leninismo y el pensamiento emancipatorio bolivariano”. Porque esto entraña un modelo económico sin propiedad privada, con expropiaciones de tierras sin justificaciones, ni indemnizaciones.

Las embarradas del Gobierno sí son interminables. Expulsó los aviones estadounidenses que nos colaboraban contra el narcotráfico. Hemos convivido con el narcotráfico como condición para firmar una paz incierta. Por esto se nos quintuplicaron las plantaciones de coca. Desconoció el no del constituyente primario en el plebiscito. Refrendó el Acuerdo Final en forma inconstitucional por medio del constituyente secundario, su Congreso de cortesanos.

Algo más. El poder ofensivo del Ejército se ha debilitado. La impunidad será total y con magistrados propios. Los patrimonios de las Farc serán legalizados primero y luego administrados por ellos mismos para hacer política. Subsidios, emisoras…  Costo de vida elevado. Todo esto sucede en un país donde más del 30 % de la población no puede satisfacer sus necesidades básicas y puede ser presa fácil del populismo del partido de las Farc.  Conclusión absurda de la revista Semana:  culpa de los aspavientos del expresidente Uribe.  

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