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El General en su laberinto

Luis Carlos Vélez
08 de diciembre de 2014 - 02:00 a. m.

Aunque el discurso del alto oficial fue corto, puntual y evidentemente preparado con mucha anticipación, no cumplió con el objetivo de convencer al país sobre lo sucedido.

Su primera afirmación fue que su viaje a Las Mercedes se dio en el marco de trabajos del ejercito en la zona para adelantar labores comunitarias que incluyen la instalación de turbinas en el río Atrato para generar energía. Se trata de una afirmación difícil de creer teniendo en cuenta que actualmente a orillas del río no hay nada más que selva. Se supondría que si un General de la República va hasta una población remota para explicar el alcance de una iniciativa de este tipo, es por que el proyecto está cerca de ser una realidad. Algo que no es así.

De la misma manera, la comunidad dice nunca haber visto antes al General Alzate. Tuve la oportunidad de estar en ese caserío dos días después del incidente, y la pobre gente del lugar me aseguró que la persona que se habían llevado río arriba era un desconocido. Puede ser que me mintieran para no estar en medio del fuego cruzado, pero por ahora me quedo con su versión.

En su intervención el General también dijo que había evaluado la seguridad de la zona antes de su desplazamiento y que por lo tanto se aventuró a realizarlo. Otra afirmación que resulta extraña teniendo en cuenta que lo primero que me dijeron los representantes de la Iglesia y la Defensoría del Pueblo cuando llegué a Quibdó era que hacía un par de semanas su sistema de alertas tempranas les había entregado información sobre presencia guerrillera tan cerca de la capital del departamento como en Las Mercedes.

Tres. El General dijo que su medida de seguridad fue vestirse de civil y tener poca escolta para gozar de bajo perfil. En otras palabras, que su estrategia de seguridad era no tener seguridad. Una conclusión no menos extraña teniendo en cuenta que fue precisamente su oficina la que nos recomendó hace tan sólo unos meses no viajar a ciertas poblaciones en el Chocó por alta presencia guerrillera y de bandas criminales, cuando solicitamos información sobre la supuesta entrada ilegal de personas al país procedentes de África, en el momento en que estalló la crisis del Ébola.

Entretanto las Farc cobran por ventanilla lo que califican como un gigantesco gesto de paz. Y tal vez tienen razón ya que nunca habían tenido en su poder a un oficial de tan alto rango para luego devolverlo a la libertad en cuestión de días.

El General Lasprilla y el Presidente Santos respaldan la versión del General. Para ellos esto es caso cerrado. Alzate ya pidió la baja y está esperando que se la acepten. Sin embargo, el país lo quiere ver hablando libremente y contrastando versiones.

Todos merecemos claridad sobre lo ocurrido. No le podemos seguir apostando al paso del tiempo para que se nos olviden las cosas. Las partes deben entender que a medida de que nos acerquemos al final de las negociaciones, la refrendación es lo más importante, y para ese momento se deben evitar las dudas que puedan tirar a la borda tantos años de negociación.

Las declaraciones del General Alzate sobre la mecánica de su secuestro dejan mucho que desear y mientras no exista claridad sobre lo que pasó, habrá un manto de duda sobre el proceso de paz que no le conviene a las partes.

 

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