El ingrato oficio del presidente

Felipe Zuleta Lleras
18 de agosto de 2019 - 05:00 a. m.

Muchos columnistas del país han escrito en estos días sobre el primer año de gobierno del presidente Iván Duque. Le han puesto apodos irrespetuosos, le dan consejos, le dicen qué hacer. Lo más seguro es que el jefe del Estado no se haya leído ninguna, pues no le debe quedar tiempo para eso.

Duque, me cuentan algunos funcionarios que laboran en la Casa de Nariño, trabaja desde las 5 de la mañana hasta pasada la medianoche. Y eso no es difícil de probar. No es sino seguir su agenda diaria para darnos cuenta de que eso es totalmente cierto. Y tal vez por eso es que la cantidad de cosas que ha hecho durante su primer año de mandato, muchas realmente importantes, pasan desapercibidas por cuenta de la inmediatez y la banalidad de las redes sociales.

El presidente ha venido cumpliendo con sus promesas de campaña de manera rigurosa y honesta. Y sus detractores de oficio, que no son pocos, se lo han estado cobrando injustamente porque, estoy seguro, no se han tomado el trabajo de saber qué ha hecho el Gobierno.

Flaco favor le hizo la carátula de la revista Semana con el titular “Un año de aprendizaje”. Es claro que todos los presidentes, por más experiencia que tengan, llegan al cargo sin saber realmente lo que les espera. Recuerdo que una vez un presidente me decía que ese oficio era tan complejo y difícil que el aprendizaje era realmente complicado. Y todos ellos, sin excepción, empiezan a volverse supersensibles después de unos meses de estar en el poder. No conozco ningún presidente que no esté convencido de que las críticas que se les formulan son injustas. Como tampoco conozco ninguno que no acabe totalmente solo al cabo de unos meses o años, pues empiezan a desconfiar de todos los que los rodean. La soledad del poder no es un asunto que solo veamos en las series. Pasa en la realidad y parece que es inevitable. Al presidente Duque todo esto ya le está pasando, sumado al hecho de que le ha tocado gobernar al ritmo de las redes y la polarización que, ciertamente, desquician hasta al más cuerdo.

Ojalá Duque no se deje distraer de sus tareas. Pero claro que también me surgen algunas dudas: si el presidente está a toda hora en actos públicos, como nos lo informan desde Palacio, ¿a qué horas descansa? ¿A qué horas se sienta a pensar?

Ya verán ustedes que Iván Duque va a culminar su mandato presidencial con el reconocimiento de la opinión pública, porque a nadie que trabaje como él, actuando de buena fe y pensando realmente en los problemas del país, le puede ir mal.

Tal vez no todos vieron los informes de Caracol Noticias con los ministros del Gobierno. Yo los vi completos y debo admitir que todos, sin excepción, me parecieron realmente buenos. En buena hora el presidente ha decidido seguir con su gabinete, pues absurdo resultaría que los empiece a cambiar cuando ellos, al igual que el propio Duque, ya aprendieron, y bien, el oficio. ¡No desfallezca, señor presidente!

Notícula. Esta columna no aparecerá la semana entrante.

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