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El legado de Duque: “asistencia militar”

Beatriz Vanegas Athías
04 de mayo de 2021 - 03:00 a. m.

Escribo esta columna mientras millones de colombianos se la juegan en las calles porque yo siga en la tranquilidad de este encierro a la espera de una vacuna que muy probablemente nunca me aplicarán.

El presidente que escogieron un número de colombianos quienes al parecer siguieron el mandato de Álvaro Uribe Vélez, jefe del partido Centro Democrático, pues el más popular lema de la campaña política que lo llevó a la Presidencia fue: “Vote por Iván Duque, el que dijo Uribe”, continuó al pie de la letra los postulados de la política belicista (llamada eufemísticamente “seguridad democrática”) de su mentor. El país asistió a partir de 2018 al aumento de masacres, al asesinato de líderes sociales, al exterminio de los reinsertados de las Farc como una prueba de que sí se iba a hacer trizas el Acuerdo de Paz firmado entre esa guerrilla y el gobierno de Juan Manuel Santos, al bombardeo de niños, al aumento de la pobreza, al éxodo masivo de jóvenes hacia otros países buscando una oportunidad de un proyecto de vida digna, al desamparo del campo.

Hasta que llegó la pandemia y cual vómito reprimido salió y mostró la infamia de un gobierno absolutamente enemigo de sus ciudadanos. Nunca llegaron las ayudas a la infinidad de colombianos que viven del rebusque en andenes y negocitos que se sostienen pagando al gota a gota; los artistas vieron reducidas sus ya paupérrimas oportunidades de trabajo; las escuelas y colegios públicos desnudaron por qué aquí en Colombia (como en Argentina, por ejemplo) la educación no es la joya de la corona. Millones de niños y jóvenes sin conectividad y centros educativos derruidos por la inasistencia de años a la infraestructura. Y un sistema de salud colapsado.

Sin embargo, el alivio económico del gobierno fue para los monopolios y los bancos. Encerrado medio país y otro medio expuesto al virus, se sobrevive en medio de unas desorganizadas directrices de alcaldes que ven cómo no llegan los salarios para los médicos y enfermeras, además de que escasean las UCI, pero ordenan a la gente encerrarse sin ninguna garantía de supervivencia. En Colombia la pandemia ha transcurrido así: si estás afuera te mata el virus o el gobierno; si estás adentro, te mata el hambre o el gobierno.

El 28 de abril estalló el paro nacional anunciado para lograr el retiro de una reforma tributaria (la tercera en tres años de gobierno de Iván Duque) propuesta por un antipático y polémico ministro de Hacienda que, pese a ser entrevistado por medios cercanos al gobierno, mostró desconexión e insensibilidad con la Colombia pobre y de clase media (la mayoría de la población), aduciendo que una docena de huevos costaba $1.800. Este pasaje anecdótico fue objeto de memes y sarcasmos, pero fue un detonante para una ciudadanía aterrorizada con la perspectiva del aumento de impuestos en todos los servicios, los alimentos llamados básicos y hasta los servicios funerarios en tiempos de pandemia. El cine y el mercado del libro también se verían afectados de aprobarse la reforma.

El paro y las marchas al cierre de esta columna suman varios días y se ha desatado una guerra civil en las calles de ciudades como Cali, Pasto, Bucaramanga, Pereira, Bogotá, Neiva, Medellín, Ibagué, con la policía iracunda disparando a mansalva y matando a más de siete ciudadanos. Mientras tanto, Iván Duque, insensible y sordo, nuevamente oficializa la violencia a partir del eufemismo “asistencia militar” y parece cumplir el papel ordenado por su mentor al pie de la letra: se ha refugiado en un programa de televisión dizque para informar a la ciudadanía sobre su gestión y el avance del virus. El sábado 1° de mayo acató la instrucción de Álvaro Uribe, quien desde su trinchera de Twitter ordenó militarizar las ciudades (aún más) instando al ejército para que use sus armas. Un régimen militar que buscaba imponer a sangre y fuego el saqueo que representaba la tributaria. Parece que el país les quedó grande y se combate el COVID-19 y la pobreza a balazos. Dan simplemente órdenes de disparar. Hay tal soberbia en este gobierno que aún creen que la ciudadanía marcha aupada por las disidencias de “las Far”, como afirmó el ministro de Defensa, Diego Molano. Creen que la ciudadanía está feliz, que en verdad desea ser asesinada en las calles. Y dan vía libre al repetido drama de nuestra historia republicana: Uribe incita a los soldados a disparar a civiles. Duque al otro día oficializa esa orden llamándola “asistencia militar”. Colombianos humildes a quienes da la orden de atacar a otros colombianos humildes. En lugar de asumir que la reforma era nociva y que no era Colombia el país para implementarla.

Coletilla. El anuncio de Iván Duque de “asistencia militar” contó además con un elemento de provocación terrorífico, pues a su lado estaba el comandante del Ejército, Enrique Zapateiro, involucrado en casos de los 6.402 crímenes de Estado cuando era comandante, y además muy conocido por lamentar la muerte de alias Popeye, el sicario Pablo Escobar.

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Alberto(3788)05 de mayo de 2021 - 01:24 a. m.
Magnífica, con coletilla ídem, "terrorífico".
UJUD(9371)05 de mayo de 2021 - 12:08 a. m.
A cambio de vacunas nos dieron bala....
Jota(18886)04 de mayo de 2021 - 10:11 p. m.
Estos.gobiernos.misersbles reclutan la.mitad de los pobres para que asesinen a la otra.mitad de pobres. Miserables
Duncan Darn(84992)04 de mayo de 2021 - 03:32 p. m.
Gracias por su sentida columna, Beatriz.
Periscopio(2346)04 de mayo de 2021 - 02:59 p. m.
El feto abortado de la reforma tributaria fué un gran triunfo de la unidad nacional: hoy todos los colombianos son unánimes en que ese macabro engendro fué una gran cochinada del gobierno nazional, del mal llamado "Centro democrático", que de centro no tiene nada, y menos aún de democrático.
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