El leviatán tropical

Daniel Emilio Rojas Castro
07 de mayo de 2019 - 05:00 a. m.

El presidente Bolsonaro obtuvo la presidencia brasileña gracias a una combinación de conservadurismo y show mediático, no a un programa de gobierno.

El programa se elaboró en los primeros meses de su presidencia, mientras él y su equipo de gobierno medían el sistema de pesos y contrapesos de la democracia brasileña para saber quién podía frenar las iniciativas del Ejecutivo y de sus aliados en el Congreso. Ese aprendizaje acelerado, que permitió identificar los límites institucionales del Estado federal y las posibilidades de éxito del Palacio de Planalto para reformar al Brasil, finalizó hace algunas semanas. Ahora las ideas y el discurso mediático se están convirtiendo en medidas concretas, en un genuino leviatán tropical.

El racismo y la homofobia del presidente se tradujeron en prohibiciones de contenidos televisivos que celebran la diversidad étnica y en persecuciones contra parlamentarios LGBT. Los recortes presupuestales a las universidades federales que cuentan con departamentos de Filosofía y Sociología, que sólo iban a efectuarse en algunos estados, se aplicarán a toda la educación superior. El presidente y Abraham Weintraub, su actual ministro de Educación, consideran que el Estado no debe financiar estas disciplinas porque no tienen un retorno inmediato en la vida de los contribuyentes.

Los senadores Flávio Bolsonaro (hijo del presidente) y Márcio Bittar presentaron a mediados del mes pasado un proyecto de ley que busca modificar el Código Forestal brasileño, para que los propietarios rurales dispongan libremente de los terrenos de bosques protegidos que se encuentran en sus propiedades. Según los parlamentarios, el proyecto permitirá devolverle al propietario el derecho a manejar su propiedad de manera autónoma, al tiempo que potenciará la expansión agropecuaria sin someterla a los entrabes de una ecología fundamentalista e irracional. Las consecuencias de estas medidas para la cuenca amazónica serán evidentes, pues lo que hay en el trasfondo de la iniciativa es aumentar las áreas de agricultura intensiva y fomentar la exploración y explotación de minerales en los estados amazónicos. Y eso no es todo.

Más preocupante resulta aún que en la feria agrícola internacional que se celebró el lunes pasado en Ribeirão Preto (SP), el presidente anunció que radicará un proyecto en la Cámara para eximir de responsabilidad penal a los propietarios rurales que disparen contra intrusos que intenten ingresar o ingresen a sus propiedades. El proyecto implica modificar el estatuto de posesión y de porte de armas, que pasaría de prohibirlas a normalizarlas. La inconveniencia de la medida no está sólo en el probable aumento tanto de la violencia rural como en la circulación descontrolada de armas que puede ocasionar en todo el territorio nacional. Lo que me parece más peligroso es que con el paso de los meses se formen milicias privadas que contarán con el apoyo tácito del gobierno, una historia que conocemos bien en Colombia y que nos ha causado innumerables tragedias.

Por todo esto creo que Jair Bolsonaro está despertando a un leviatán tropical que nutrirá al “estado de naturaleza” y debilitará al Estado de derecho: la homofobia respaldada por el gobierno aumentará el clima de conflictividad social en las ciudades de los estados litorales; los recortes presupuestales a las humanidades obnubilarán uno de los polos de las ciencias sociales más dinámicos y prestigiosos del sur del continente; la política de rearme rural aumentará los índices de violencia en todo el país. Espero que ninguno de estos proyectos se apruebe, pues de lo contrario las víctimas del monstruo serán los más débiles.

 

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