El llanto de los héroes

Juan Felipe Carrillo Gáfaro
05 de agosto de 2019 - 10:58 p. m.

Escribo esta columna para hacer homenaje a la columna de Álvaro Restrepo Dos llantos, dos países (carta abierta a Egan Bernal) porque no sería justo que pasara desapercibida.

El texto, cuya estética es evidente y se hace más notoria con las dos fotos presentadas, muestra las dos caras de esa realidad colombiana que nos hace ser lo que somos como país. Dos expresiones muy similares, dos contextos completamente diferentes, dos momentos distintos, dos jóvenes colombianos buenos y conmovidos, un llanto de alegría y otro de tristeza. El mensaje es contundente y abre el espacio para reflexionar sobre lo importante que es para nosotros la apropiación de los triunfos individuales de nuestros compatriotas y lo contrastante que puede ser la vida en Colombia: hemos ganado en Wimbledon, hemos ganado en la Liga de Diamante y acabamos de ganar el Tour de Francia; hemos perdido muchos seres queridos a causa de la violencia y seguimos en una línea donde la paz parece más una quimera que una realidad.

Como lo menciona Restrepo, Egan Bernal compartió su triunfo con Colombia en un acto de inmensa generosidad. No se puede esperar menos de alguien cuya humildad y buena energía se nota a leguas. Hace bien Restrepo en recordarle a Egan que este triunfo es ante todo suyo, fruto de su trabajo, de su esfuerzo y por supuesto de sus capacidades. Me encanta que Egan lo comparta con nosotros y nada puede hacernos más felices: las victorias deportivas en Colombia son el bálsamo que apacigua toda la violencia que nos ha tocado soportar desde tiempos inmemoriales. Cada uno de nosotros se resguarda en esos triunfos para sentir que la vida en Colombia sí es importante y que sigue siendo un orgullo formar parte de este país.

Sin embargo, el problema no radica en esa identificación colectiva extrema con los éxitos individuales. El problema surge cuando esos mismos héroes, ante todo seres humanos de carne y hueso, desfallecen cuando menos lo esperamos. Ahí la memoria nos juega una mala pasada y olvidamos de lleno las alegrías de antaño, los llantos de emoción, la risa eufórica que nos hizo sentir ganadores. En ese momento, nos convertimos en una horda irascible de personas que no quieren entender que todo pasa y que los héroes también tienen derecho a dejar de ganar. Hace no mucho tiempo, el gran Nairo tuvo que soportar la furia de los que alguna vez lo alabaron y aún así no dejó de demostrar que ganar es una actitud: pocos deportistas colombianos han tenido la entereza para hablar en Europa como lo hace Nairo. A veces puede que las piernas no den más, pero si esa actitud permanece intacta, la dignidad y por ende la sensación de victoria siempre estarán presentes. En el fondo, el que sabe ganar con altura, está listo para afrontar la derrota de la misma manera y seguir siendo un ganador.

En relación con el contraste de las fotos presentadas en la columna de Restrepo, vale la pena hacer énfasis en el mensaje que quiere transmitir el autor: “(…) exigirle a tu oportunista país y a sus gobernantes, que hoy te escuchan y te alaban, que no malversen el talento de y el futuro de sus niños y jóvenes”. El talento siempre estará a la vuelta de la esquina y es importante que en Colombia se construyan los mecanismos para identificarlo, hacerlo visible y acompañarlo como parte de un proceso de construcción de paz: ojalá que el llanto fuera solo el resultado de un momento de profunda emoción. En los últimos años, nuestras y nuestros deportistas han dado muestras de excelencia a nivel mundial y, tanto ellos como los niños y niñas que merecen un futuro mejor, deben ser apoyados de la mejor manera posible. Esto implica no solo tener los medios suficientes para darles las condiciones adecuadas para potenciar su desarrollo, sino también la preparación sicológica para asumir desde tan jóvenes ese rol de héroes que les asignamos de la noche a la mañana.

Aún estamos lejos de abrir esas oportunidades como país y es importante que los héroes de hoy aprovechen su momento para solicitarle a los políticos de turno que se abran los espacios necesarios para promover el deporte. Es clave que entendamos que, de la mano con la educación, el apoyo al deporte es una pieza fundamental de la estructura sobre la cual se erige una cultura de paz. Al final, y es lo único en lo que difiero con Restrepo, las fotos simbolizan dos llantos, pero representan un solo país. Ese país que sigue necesitando de nosotros y de nuestros héroes para vivir en paz.

@jfcarrillog

 

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