POR FIN SE ACABA ESTE NOVIEMBRE, que para los colombianos ha sido uno de los más amargos. Ahora sólo queda la esperanza de un alivio al llegar las luces y las parrandas de diciembre.
Los fines de año suelen ser tempestuosos y más si coinciden las últimas sesiones del Congreso y la vecindad de elecciones. En noviembre tratan de acomodarse los balances públicos y privados, todo se ve con pesimismo y abundan los pupitrazos y las altisonancias. En cualquier asamblea o debate por radio, todos quieren hablar al tiempo, imponerse el uno sobre el otro.
Esta vez, a las tensiones internas se han agregado las crisis en las fronteras, el enfrentamiento de los poderes Ejecutivo y Judicial y el vencimiento de los términos procesales sobre otros fines de año peores, como el de hace 20 años con el avión derribado por orden de Pablo Escobar y otros crímenes espantosos e impunes, como el de Guillermo Cano.
Se necesita la serenidad de quienes han vivido de cerca todo aquello, para ver con algún optimismo el diciembre que comienza. A propósito, en estos días se han publicado estadísticas sobre la inseguridad y los peligros que aumentan en las grandes ciudades. La famosa chilena Isabel Allende, en reportaje por radio, salió en defensa de Bogotá como ciudad a la que ella quiere mucho, y recordó la primera vez que vino, prevenida por las versiones sobre robo a los turistas en las calles.
“Por precaución —dijo la conocida escritora— salí sin cartera ni adornos, y atendí el consejo de esconder algún dinero en el zapato. Pocas cuadras más adelante, un jovencito se acercó y me dijo: ‘Cuidado, señora, que se le están saliendo unos billetes de los zapatos’”.