El mensaje de Cajamarca

Columnista invitado EE
16 de junio de 2017 - 02:00 a. m.

Por: Pablo Leyva

El resultado de la consulta popular de Cajamarca conmocionó al país: se debe escuchar a la población, reconocer el territorio, ajustarse a la Constitución, reconsiderar la institucionalidad, el modelo económico, los planes de desarrollo y la política minera y ambiental.

De acuerdo con el ministro de Minas, se logró confundir a los habitantes de Cajamarca con “hechos alternativos” para que votaran en contra de la minería legal del oro, que según él produce impactos que se pueden compensar y beneficios para la economía y la comunidad. Afirmó: “seis mil personas no cambian la Ley”; amenazó con tramitar el proyecto ante la Autoridad de Licencias Ambientales y hacer una consulta controlada.

La Agencia Nacional Minera empezó una campaña en los municipios para convencer a los alcaldes de los beneficios de la minería. La empresa Anglo Gold Ashanti se retiró de Cajamarca, olvidó sus códigos éticos y no descarta demandar al país; aparecieron los demonios de la guerra por el oro con el pueblo Asante.

Muchas poblaciones siguen el ejemplo de Cajamarca. El gremio minero-petrolero reclama “seguridad jurídica” y más prebendas (¿otorgadas?). Políticos denuncian intereses políticos en los movimientos populares. Se explica para “dummies” la importancia de la minería. Algunos auguran desastres para la economía, lamentan el mal uso de la “bonanza” (guerra, corrupción, despilfarro), recuerdan la importancia de considerar los ciclos económicos, la planeación y los beneficios de las inversiones públicas; otros piden volver a concentrar las regalías en los municipios mineros. Los medios se manifiestan en editoriales y ediciones especiales. Muchos periodistas respaldan a Cajamarca y los otros municipios rechazan presiones y mentiras, piden al Gobierno escuchar y no desconocer las consultas.

Según las entidades de control, en el pasado se otorgaron títulos mineros a discreción para alcanzar la confianza inversionista, se dieron prebendas excesivas y se manejaron mal las regalías. Muchas empresas han hecho minería con impactos desastrosos sobre el territorio y las comunidades y entregan estudios malos o incompletos que dificultan tramitar las licencias ambientales y hacer seguimiento.

La población está cada vez más informada y preparada, aprecia el valor del suelo, la biodiversidad y el agua, no acepta destruir el territorio y destruir montañas a cambio de promesas, kits escolares, ciclas, viveros, apiarios, cursos de modistería, compras locales, deterioro social, un cráter, residuos peligrosos y regalías volátiles.

La minería aprovecha recursos no renovables y transforma los geoecosistemas de manera irreversible, por lo que merece un trato cuidadoso desde la identificación del recurso y la explotación hasta el abandono de los trabajos. Antes de otorgar un título, después de ubicar un yacimiento, este debe estudiarse, evaluar los impactos y beneficios de su potencial explotación e informar y consultar ampliamente a la población.

Los hechos demuestran que el modelo de desarrollo basado en la minería, los hidrocarburos, el libre mercado y el consumo está en crisis. Es necesario reconocer los límites materiales, económicos, sociales y ambientales. El país en paz debe hacer ajustes económicos estructurales, buscar alternativas energéticas y productivas ambiental y socialmente sostenibles y considerar el largo plazo en las decisiones.

 

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