El otoño del uribismo (IV)

Alvaro Forero Tascón
21 de febrero de 2010 - 06:55 p. m.

SI LA CORTE CONSTITUCIONAL HUbiera declarado inexequible el referendo reeleccionista hace unas semanas, no se habría sabido nunca que en 2010 la mayoría de los colombianos lo rechazaban, y que si hubiera sido declarado exequible no habría obtenido los votos necesarios para que el presidente Álvaro Uribe pudiera ser candidato por tercera vez, como revela la última encuesta de Datexco, que confirma la tendencia mostrada por otra reciente de esa firma y por una del Centro Nacional de Consultoría, en que el 50,3% de los consultados no votaría el referendo reeleccionista. Es decir, se habría creído equivocadamente que la voluntad popular de reelegir al Presidente había sido sofocada por la Corte.

Es justo darles a los resultados de las últimas encuestas la misma importancia política que se les concedió a los que durante siete años favorecieron al Presidente. Algunos dirán que el rechazo de las mayorías no es contra Uribe sino contra la figura de la reelección, y que el apoyo a la reelección es una cosa y a la gestión del Gobierno es otra. Aunque eso es técnicamente cierto, también lo es que ambas circunstancias están relacionadas tan íntimamente que la justificación de la reelección siempre fueron los índices de favorabilidad de Uribe. Si las próximas encuestas confirman que una mayoría de colombianos está a favor de que el presidente Uribe no continúe en el poder, estarían demostrando que la decisión de impulsar el referendo reeleccionista fue el peor error político de Álvaro Uribe, porque por él no pasará a la historia como el titán que desafió la ley de la gravedad política, sino como otro mandatario latinoamericano que buscó aferrarse al poder indefinidamente, y fue derrotado en el intento.

Es cierto que lo que había logrado el Presidente hasta ahora era una verdadera proeza política, no sólo por el tamaño de su popularidad sino porque había logrado detener el inexorable paso de la historia. Hace un poco más de un año escribí tres columnas con el mismo nombre de ésta, analizando cómo estaban desapareciendo aceleradamente los factores que habían permitido el ascenso del uribismo. En la primera decía que “El frío del otoño apenas comienza a percibirse. Pero con la caída de las primeras hojas, se anuncia la llegada del invierno”. Uribe aplazó la llegada del invierno con el nacionalismo que produjo la previsible reacción de Hugo Chávez a las bases norteamericanas, y con el referendo, que congeló la campaña electoral.

Es posible que el Presidente supiera desde el principio que el referendo se hundiría en la Corte y que no era fácil que pasara en las urnas, y que lo que buscaba con él era alargar su vigencia política para poder imponer una hegemonía a través de una mayoría parlamentaria y un sucesor. Lo que seguramente no calculó fue que días antes de sepultar el referendo, las mismas encuestas que lo encumbraron fueran a asestarle el peor golpe de su presidencia, revelando el rechazo de las mayorías a su permanencia en el poder.

La gran pregunta que queda es si se trata del otoño del uribismo, o solamente del de Álvaro Uribe. Porque las encuestas indican que el referendo terminó convertido en un boomerang que no sólo debilitó políticamente al Presidente, sino a los candidatos uribistas.

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