Notas de buhardilla

El otoño uribista

Ramiro Bejarano Guzmán
03 de noviembre de 2019 - 05:00 a. m.

El Centro Democrático (CD) empezó a vivir las horas de la amargura y del descrédito que se han labrado después de tantos años de manejo soberbio del poder. No estaban preparados para perder, por eso ya empezaron a mostrar discrepancias que, conociéndolos, tratarán de discutir y resolver a gritos, como les gusta.

Mientras Uribe reconoció la derrota, los anarco-uribistas creen lo contrario. Por ejemplo, sostener que ganaron, porque de una gobernación pasaron a tener cuatro y de 57 alcaldías pasaron a apropiarse de 120 municipios, es una errada interpretación clientelista del mensaje de las urnas. Parecen no advertir que hoy son gobierno, tienen subpresidente, ministros, directores de departamentos administrativos y miles de puestos que han venido concediendo a sus áulicos, como en la Cancillería, en el Departamento de Prosperidad Social, etc., y a pesar de toda esa fuerza burocrática, en las urnas se notó el hastío de las gentes con la actitud belicosa, perseguidora, polarizante y peligrosa del uribismo y el desencanto con un Gobierno plutócrata que todo lo improvisa.

El mismo Duque es el reflejo fiel del desdén oficial con los resultados electorales. Así lo demostró cuando el domingo en la noche interrumpió la programación de televisión para contarnos aspectos de la mecánica electoral, pero no para enviar un mensaje político, como indicar con humildad que el Gobierno interpretaría los resultados en función de acatar la decisión popular y enderezar el rumbo. Eso era muy profundo para un mandatario experto en frivolidad que, para colmo de males, está rodeado de lagartos y arribistas.

El impresionante resultado en Medellín, que las encuestadoras irresponsables y vendidas pretendieron torcer con sus mediciones falsas, es una señal de que otros son los aires que mueven hoy a los electores. La figura fresca del inteligente y carismático Daniel Quintero, hoy convertido en alcalde de la muy goda capital antioqueña, habla bien del electorado paisa porque fue capaz de liberarse de ese yugo uribista, lo que no era fácil. Allá en Antioquia ya empezaron a agarrarse los uribistas, echándose unos a otros las culpas del desastre electoral, porque tampoco han sido capaces de entender que un hombre tan arrollador como Quintero, enfrentado a un delfín-mequetrefe como Ramos, obviamente iba a arrasar. Creyeron que por ser Ramos hijo de quien es, eso era suficiente; pero no, los antioqueños no son bobos y no se dejaron embaucar por un candidato sin importancia colectiva, como sin duda lo es Ramos.

Ingenuamente Duque cree que aquí perdieron solamente sus copartidarios y no él mismo ni el Gobierno. Craso error. Lo que le dijeron los electores a Duque es que el país va mal y que tiene que dedicarse a la solución de nuestros problemas, sacudirse ese gabinete de ministricos en el que, salvo los de Salud, Minas y Justicia, no hay ninguno que valga la pena. Un buen día de estos se levanta Duque a cumplirle la agenda al presidente eterno y se encuentra con un estallido social como el que sorprendió al arrogante Piñera en Chile, y cuando eso ocurra ya no habrá oportunidad de echar reversa.

Claudia López y Daniel Quintero, que son quienes nos han llenado de gratas esperanzas de un futuro mejor, tienen que aprender de lo que están viendo ahora, que no se envanezcan porque ya vencieron el primer escollo de ganar. Ahora falta lo más difícil: gobernar bien y convencer. Amanecerá y veremos.

Adenda No 1. Ojalá el presidente del Senado demuestre independencia permitiendo que sea secreta la votación en la moción de censura contra el ministro de Defensa, Guillermo Botero. Lo debe hacer porque la ley no lo prohíbe. Si no es así, otra moción que se ahogaría.

Adenda No 2. El magistrado de la Corte Constitucional Carlos Bernal Pulido, alias Ordoñitos, sigue confirmando su precaria condición humana. Ahora en un farragoso artículo pretende explicar la separación de los poderes bajo la lente de la Biblia. Cada vez más queda al descubierto que es el vivo retrato del nefasto Alejandro Ordóñez.

Adenda No 3. El genocidio en el Cauca no puede continuar. No más excusas idiotas. Duque y otro ministro de Defensa tienen que detener ese baño de sangre.

notasdebuhardilla@hotmail.com

 

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