El país donde ganan los malos

Cecilia Orozco Tascón
17 de abril de 2019 - 05:00 a. m.

La existencia de Colombia es la prueba irrefutable de que las historias épicas y los cuentos infantiles basados en que los héroes derrotan a los bandidos mienten sin vergüenza: aquí, dios nunca vence al diablo. O, dicho de otra manera, los buenos pierden y los malos siempre ganan en la política, las leyes, los nombramientos oficiales, los estrados judiciales; en la competencia por los sueldos más altos, por los honores y las condecoraciones y hasta en el ingreso a un espectáculo, a un bar, a un bus o al teatro, adonde siempre entran primero los avivatos que brincan la fila para pasar por encima de quienes respetan los turnos. Lo demuestra la hoja de vida de los abogados que persiguen, desde su misma posibilidad, la curul de senador de Antanas Mockus, símbolo de la decencia y de la resistencia pacífica contra los corruptos obvios y contra los hipócritas que también lo son, aunque se camuflen con aureola de santidad.

En julio de 2018, Iván Cancino, Francisco Bernate, Abelardo de la Espriella, Daniel Peñaredonda y Karen Juris (los dos últimos, subalternos de De la Espriella) le pegaron un grito al Consejo Electoral para impedir la posesión de Mockus. A estos cinco, conocidos por sus clientes, los une, además, su obsecuencia uribista. Otro bando de abogados menos pomposo, compuesto por los señores Víctor Velásquez, Eduardo Padilla y José Manuel Abuchaibe, y de línea directa con los parapolíticos partidos de Opción Ciudadana —PIN— y Convergencia Ciudadana, tampoco podía permitir que Mockus, cuyo mayor pecado es haberse bajado los pantalones como acto de protesta, llegara al Congreso en donde solo tienen derecho de éxito los cómplices de los malos. Este trío también acudió al Consejo Electoral y, después, al Consejo de Estado demandando la pérdida de investidura del profesor. Como no prosperaron sus primeras acciones, se metió por el lado de la nulidad de su elección. Los magistrados, inocentes o culpables, sirvieron en bandeja la curul del buenazo. ¿Historias épicas en que ganan los héroes? ¡Vergüenza de falsedad!

Y un segundo caso sucedió en estos días tristes de la nación con un exfuncionario de la justicia transicional, Néstor Raúl Correa, a quien defendimos en su momento pese a las advertencias que nos hacían. Pues bien, Correa parece ser, hoy, el peor enemigo de la JEP, seguramente para vengar su retiro forzado. Ahora, después de que su nombre fuera honrado por un alto comité internacional, es el instrumento de los dos Malos de la película, Uribe y Martínez Neira, los poderosos personajes que buscan rematar la Jurisdicción Especial mediante escándalos prefabricados con sus pseudoperiodistas de internet y con sus remedos de investigaciones penales. Primero, Correa “denunció” a su antigua amiga de vida profesional, Marta Lucía Zamora, y a dos de los abogados con quienes él mismo trabajó durante largos meses sin darse cuenta de que eran sospechosos. Sus dudas solo surgieron después de su retiro, qué conveniente, para no comprometerse. Luego, la Fiscalía y la DEA (ahora convertida en Parafiscalía) montaron una sospechosa escena de soborno de un empleado X del nuevo sistema judicial que, en todo caso, les era útil para quitarle piso ético a la JEP. Y, finalmente, Correa es testigo contra quien verdaderamente les interesa a todos: la presidenta de la Jurisdicción, Patricia Linares, a la que un pájaro del uribismo le disparó con una apertura de “investigación” en la politiquera Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes. ¡Sí se tienen confianza!

Firma la “denuncia” contra Linares, que prosperó con la rapidez de un rayo y que fue escrita con el más riguroso estilo jurídico, una persona de nombre Lina Navarro Arias, que aportó la dirección de su residencia ubicada en San Martín, “César” (sic, ver denuncia). En un ejercicio de verificación, Noticias Uno fue al sitio y rastreó sus señales de identidad (ver noticia). Resultado: Navarro no vive en esa dirección, o quien dijo ser su abuelo negó su residencia en ese lugar y población; se trata de una mujer en edad estudiantil, inscrita en el Sisbén en grado de gran pobreza; no es abogada y, en contravía de lo que informó su familiar, vota en San Martín o al menos figura en la lista electoral. Se sabe que uno de los trucos de la oscuridad es buscar firmones de sus demandas para ocultar sus intereses. La cabeza de Linares está a disposición de los dos Malos. ¡Vergüenza de falsedad estos dos!

 

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