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El proceso de paz en Colombia (VI) Hacia la construcción de una cultura de paz

Hernando Roa Suárez
29 de octubre de 2014 - 03:08 a. m.

Institucionalizar una nueva cultura de paz, implica tener la posibilidad de ver, vivir y sentir, la ausencia de violencias abiertas y estructurales y contribuir a la construcción de un modelo de desarrollo sostenible.

Con el presente artículo, termina la serie sobre el tema iniciado el 3 de septiembre del año en curso. En este intervalo, se han producido significantes decisiones en la Mesa de Negociaciones de la Habana y se han presentado importantes intervenciones del Señor Presidente de la República en el sentido de afianzar su esperanza en el éxito de las actuales negociaciones.

Comprender el proceso de la construcción de una cultura de paz, implica contribuir a crear un nuevo ambiente societal. Es decir, formas de ver, vivir y sentir la ausencia de violencias abiertas y estructurales. Algunos caminos que nos pueden servir, los podemos extraer del trabajo con Johan Galtung(1), quien nos propone un decálogo. Estudiémoslo: i.- Transformación de conflictos. A saber: impulsar la formación de muchos trabajadores para la paz con capacidad de intervenir en conflictos; que dialoguen con la gente para facilitar el surgimiento de ideas y alternativas nuevas, concretas y viables. ii.- Crear actores para la paz. Hacer énfasis en los grupos de mujeres y de jóvenes, sin olvidar que la paz debe ser un compromiso de todos los estamentos sociales. iii.- Educación para la paz. Producir textos, congregar organizaciones e instituciones especializadas en el afianzamiento de políticas de paz. Podemos comenzar por ejercicios prácticos, desde las escuelas elementales hasta llegar a los doctorados.

iv.- Periodismo para la paz. Seguir formando periodistas especializados en ambientar escenarios y políticas constructivas, sobre el tema. Que no se siga escribiendo solo sobre la violencia, sino sobre el conflicto que está detrás de ella y sobre la creación de atmósferas que faciliten su solución. Si el conjunto de las asociaciones colombianas que dirigen nuestros medios de comunicación -elaboran una estrategia común- estoy seguro que este, los futuros gobiernos y las comunidades, van a recibir un apoyo eficiente. No debe olvidarse que si de un lado, está clara la voluntad de paz de la mayoría de los colombianos, de otro, es muy grande la ignorancia existente sobre los caminos reales que debemos recorrer, si de verdad vamos a construir la paz.

v.- Crear zonas de la paz. Organizar la población en el ámbito local para vivir con dignidad; con un programa de reconciliación; con una economía de sobrevivencia para eliminar el miedo de la muerte a través del hambre. Estas zonas deben estar pobladas por habitantes desarmados. Se recomienda tener vigilancia, nacional e internacional, pero sin armas... vi.- Mantener la paz. Buscar la cooperación de las fuerzas militares que conociendo a Klausewitz, profundicen más en las estrategias, prácticas y actitudes de Sun Tzu. Se trata de institucionalizar la cultura de la no-violencia (Gandhi…) y aprender de los casos exitosos de consolidación de la paz.

vii.- Reconciliación o reconstrucción. Crear espacios en la comunidad, que facilite el encuentro en torno a valores comunes; al saber perdonar y al reconstruir sus comunidades en torno al trabajo. Es posible que los colombianos, tengamos que aprender de las magníficas experiencias de África del Sur y algunos aspectos de América Central. viii.- Negocio-comercio para desarrollo y paz. Garantizar estímulos, especialmente a nuestros campesinos en el proceso de sustitución de cultivos; garantizar, por ejemplo, al campesino cafetero, una parte mayor del precio total que paga el consumidor.

ix.- Desarrollo para la subsistencia. Organizar modos de sobrevivir, energías baratas, formas cooperativas de microcrédito; modo de cultivar para tener comida, educación, vivienda, salud, seguridad, recreación y vestido indispensables. Para que las zonas de paz puedan funcionar, deben ser autosuficientes en materia de necesidades básicas. Obsérvese que la economía de crecimiento, mata a la economía de subsistencia; y x.- Conocer y responder a las patologías culturales. Revisar por ejemplo, la incidencia del machismo en la producción de violencias y complementariamente, fortalecer valores como la lealtad, la honradez, el amor al trabajo, la valentía y un sano nacionalismo, que sean fuente de cohesión y de una nueva mística en torno a la creatividad y a la construcción de la paz. Nótese que, en algunos casos, las patologías pueden ser causantes de más tensión en la comunidad.

Obsérvese la complementación y correlación múltiple existente entre los temas propuestos en este decálogo. Ellos han sido cuidadosamente discernidos y deducidos del análisis de conflictos y de la formulación de políticas para la paz, en casos concretos. En cuanto a la situación colombiana, somos conscientes que es indispensable repensar y reformular cuidadosamente las macro políticas públicas y alternativas para el Post-Acuerdo, en el evento que se cristalice. Cambiemos de instancia.

Conclusiones. Culminando esta serie de columnas sobre el proceso de paz, me permito acompañar las siguientes conclusiones que se exponen para el análisis, la discusión, la ampliación y la superación de los lectores. i.- Quienes hemos tenido la responsabilidad de acercarnos a la comprensión de la problemática de la paz, podemos afirmar que su estudio y solución es el problema más significativo de Colombia, teniendo en cuenta que llevamos 66 años (1948-2014) enfrentando diversas violencias. ii.- Las conceptualizaciones empleadas a lo largo del texto son de una gran utilidad para este tipo de ensayos. Hoy, como ayer, podemos afirmar que el enriquecimiento teórico va de la mano de las precisiones conceptuales. iii.- Conocedores de nuestra evolución constitucional, es conveniente tener en cuenta que -nunca como antes- la paz había sido objeto de tanto estudio a lo largo de su articulado. En nuestros días podemos sostener que el tema de la paz es transversal a nuestro ordenamiento constitucional y este debe ser tenido en cuenta cuidadosamente en el momento de desarrollar el Post-Acuerdo.

iv.- Pensando en el presente y futuro del país, es evidente que Colombia representa en nuestros días el más importante taller para la realización de investigaciones concernientes a la construcción de la paz. Por tanto, las universidades públicas y privadas, específicamente ASCUN(3), desempeñan y desempeñarán un papel fundamental en la realización de estudios, investigaciones y publicaciones conducentes a descifrar la complejidad de la problemática y ayudar a la formulación, implementación y evaluación de las políticas públicas que permitan institucionalizar la paz en nuestro país.

v.- Como demócratas, estamos invitados a comprometernos como sujetos activos que ejercemos la ciudadanía, aportando en la transformación de la inequidad social y la construcción de la paz; y vi.- Contribuir a crear una nueva cultura de paz, mediante la cooperación público-privada, es un camino apropiado para fortalecer nuestro proceso y nuevas formas de ver, vivir y sentir sus beneficios.

roasuarez@yahoo.com

Referencias

(1) Véase el artículo del autor: Cómo construir la paz en Colombia. ESAP. Bogotá, 1998; y la entrevista con Galtung: Construyamos paz y democracia en América Latina: aportes a su debate y concreción. Revista Análisis Político. No. 75. Universidad Nacional-IEPRI. Bogotá, 2012. pp. 139-153.

(2) Con la riqueza de la complejidad de nuestra realidad: ¿no sería conveniente organizar maestrías y doctorados –aún con apoyo internacional– para contribuir a la construcción de la paz?

(3) No debe olvidarse el papel sustantivo que esta Institución desempeñó en el fortalecimiento de nuestra democracia, en el momento mismo de su fundación.

Bibliografía mínima

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