Más que verde, Noruega es un país al que se le podría denominar “aguacate”. Es decir, es verde por dentro y negro por fuera. ¿Y por qué verde por dentro? Noruega es el mayor productor de energía renovable de Europa y cubre el 98 % de su demanda eléctrica con energía limpia (96 % hidroeléctrica y 2 % eólica y biomasa). También es la primera nación que, desde el año pasado, abandonó el gas como fuente para calefacción, evitando emitir 340.000 toneladas anuales de gases de efecto invernadero. Según informes de prensa, “Noruega pretende prohibir la venta de coches que funcionen con energía derivada de combustibles fósiles a lo largo de la próxima década y que todos los vehículos en circulación en 2025 se alimenten de energías verdes. Siendo uno de los países líderes mundiales en coches eléctricos, pues acaban de convertirse en el tercer país del planeta en tener más de 350.000 unidades en las carreteras”.
¿Y por qué negro por fuera? Noruega, simultáneamente, es uno de los principales exportadores de petróleo y gas del mundo. Sus abastecimientos cubren cerca del 25 % de la demanda de gas de la Unión Europea. Según los medios, “en 2017 Noruega se convirtió en el primer país que es llevado a los tribunales por emitir nuevas licencias —las primeras en 20 años— para extracción de petróleo y gas, después de haber firmado y ratificado el Acuerdo de París sobre cambio climático”. La indignación de los ecologistas a escala mundial poco le importó al Tribunal Constitucional del reino, el cual dictaminó que “las emisiones de CO2 que se producen en el extranjero por el petróleo y gas que exporta Noruega son irrelevantes”. Esto quiere decir que el país no puede ser considerado responsable de las emisiones de CO2 derivadas de los hidrocarburos que exporta a naciones que consumen el crudo y gas noruegos. La pregunta que se hacen muchos de los habitantes del mundo es: ¿por qué Noruega puede entonces ser el faro que guía al mundo en la defensa del planeta y al mismo tiempo, con singular hipocresía, no practicar fuera de sus fronteras lo que predica dentro de ellas?
Otros que pecan y algo rezan son los seis grandes bancos estadounidenses. Mientras que han ayudado a las empresas fósiles a emitir más de US$800.000 millones en bonos e instrumentos de deuda, a las compañías limpias solo les han colaborado con una fracción de esta suma.
Pero no solo son Noruega y los bancos quienes han izado el estandarte de la hipocresía. Al denunciar ante el Consejo de Seguridad el acaparamiento de las vacunas por parte de las grandes economías del mundo, el secretario general de la ONU advirtió: “La distribución de las vacunas contra el COVID-19 ha sido injusta y desigual”, y señaló que más de 130 países no han recibido una sola dosis de las vacunas contra el COVID-19, mientras que el 75 % de las inmunizaciones aplicadas hasta el momento se han concentrado en solo diez naciones, todas ellas desarrolladas. Canadá, ese país que no se cansa de cacarear su defensa de los derechos humanos, ha acaparado diez veces más vacunas de las que necesita su población. La Comunidad Europea, algo menos rapaz, solo ha acumulado cinco veces más.
Apostilla. Es más que lamentable la pérdida de ese gran ser humano y excelente periodista que era Herbin Hoyos. ¡Qué gran falta nos hará a los colombianos, en especial a las víctimas de los narcoterroristas!