El rechazo al éxito

Luis Carlos Vélez
17 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.

Algunos políticos en nuestro país están apostándole a incentivar el rechazo al éxito. La lógica de aquellos que quieren ganar adeptos para exacerbar los sentimientos de odio que genera la victoria de los demás es argumentar que si a tu vecino le va mejor es porque te quitó algo que te pertenecía. Absurdo.

Esa lógica de suma cero de recursos y bienestar tiene como origen dos premisas peligrosas que corrompen sociedades y destruyen naciones: que todo nos lo merecemos y, segundo, que todos los demás son corruptos. De locos.

Afortunadamente, la clase media de nuestra nación no se ha dejado contagiar del todo por este mensaje. Prácticamente a diario converso con jóvenes trabajadores que tienen como objetivo de vida ahorrar lo suficiente para arrancar un emprendimiento y hacer empresa. Según cifras de Confecámaras, en Colombia se crean mas de 800 empresas por día, un dato que está entre los más altos de la región y que revela un apetito impresionante de los colombianos por crecer, contribuir y mejorar.

Estos empresarios, en su mayoría líderes de pequeñas y medianas firmas, no son corruptos, no le están robando a los demás y mucho menos se dedican a economías ilícitas. Por el contrario, son líderes que emplean, pagan impuestos, toman riesgos y crean país. Su éxito, muchas veces materializado en un primer auto, una primera vivienda o un primer viaje al exterior, es señal de que en Colombia sí se puede progresar.

Es por eso que me parecen desafortunadas frases como la pronunciada por algunos durante el día sin carro, en la que se afirmó que la jornada serviría, entre otras, para que aquellos que tienen vehículo sintieran lo que tienen que vivir los que no tienen carro. Como si todos los que tuvieran auto estuvieran atentando contra la sociedad, los hubieran obtenido de mala manera o la industria automotriz fuera enemiga. Puede ser un error de interpretación de mi parte, pero lo que no puede pasar en una nación como la nuestra es que se empiece a estigmatizar el éxito. Todo lo contrario: necesitamos más personas que puedan comprar carros, bicicletas, casas, que puedan ir a restaurantes y realizar viajes. El problema de la contaminación y de transporte en Bogotá no está en los que tienen autos particulares, está en el hecho de que no tengamos un sistema de transporte masivo acorde a la capital y que los camiones sigan contaminando nuestra atmósfera. Una cosa es una cosa, otra cosa es otra cosa.

Lo anterior nos lleva al tema de la desconfianza. Recientemente, USAID y ACDI-VOCA revelaron una encuesta que evidencia lo mucho que tememos los unos de los otros y los temas que nos dividen. Según el sondeo realizado en todo el país, un 34 % de los colombianos piensan que estamos divididos entre pobres y ricos, mientras otro 37 % considera que lo que más nos divide es la política. Lo que significa que uno de cada siete en nuestro país siente que los políticos y nuestros ingresos nos hacen ubicarnos como nación en orillas diferentes. Terrible.

Colombia no tendrá futuro mientras creamos que progresar es algo malo. Nuestra nación y nuestros hijos no podrán avanzar económicamente si crecen convencidos de que el Estado debe proveer infinitamente y que no debemos pagar impuestos. Debemos exigirles a nuestros líderes que, en lugar de seguir buscando la división para lograr réditos políticos, encuentren verdaderas soluciones a nuestros problemas.

Repito, el problema no debe ser el éxito de los demás. Debe ser que todos tengamos éxito. Un país debe repartir riqueza, no igualar en la pobreza.

 

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