El regreso de las Farc

Luis Carlos Vélez
16 de julio de 2018 - 02:00 a. m.

Antes de firmar el acuerdo de paz, las Farc estaban lejos de ser una agrupación con ideología tratando de buscar justicia social, eran en realidad un grupo armado dedicado al negocio del narcotráfico y la facilitación de otras economías ilegales. Su negociación y proceso están dejando como resultado la desmovilización parcial de sus filas, pero nunca debería entenderse este ejercicio como el fin de la guerrilla y mucho menos de los incentivos perversos que existen en nuestro país para conformar grupos de bandoleros criminales. Me explico.

Declaraciones de alias Rambo, uno de los disidentes más peligrosos de las Farc y recientemente detenido por las autoridades —antes de su captura, organizaciones internacionales advirtieron sobre errores profundos en el proceso que estarían llevando a la resurrección de las Farc—. Según el, el hecho de que no se estuviera cumpliendo con el plan de erradicación en las comunidades y la falta de diferenciación de estímulos para la reincorporación de diferentes tipos de integrantes de las Farc está haciendo que mandos medios de esa organización se consideren traicionados y vuelvan con más fuerza a la ilegalidad.

Según revela revista Semana, actualmente mas de 1.400 disidentes de las Farc han vuelto a las armas, apoyados por 4.000 milicianos. La revista indica que esta fuerza estaría repartida en 29 estructuras, 18 departamentos y 120 municipios. Algo que se traduce en presencia disidente en todos los bloques grandes donde antes operaban. La revista también asegura que antiguos mandos medios, que no entraron al proceso, trabajan en un plan para agruparse nuevamente y hacerse de corredores de droga que les permitan conectar Ecuador con Venezuela y adueñarse del Pacífico para facilitar los envíos de coca a México. Preocupante.

Documentos confidenciales en manos de la autoridades revelan incluso la existencia de estatutos de una nueva guerrilla liderada por alias Gentil Duarte. Considerado el disidente de las Farc más buscado del país, Miguel Botache Santillana, nacido en Florencia, Caquetá, en octubre de 1973, sería el hombre que más ascendencia tiene entre los ex Farc que no se unieron al proceso, el que más escuchan aquellos que están dentro de la reintegración, pero que tienen dudas, y quien tiene el discurso más duro frente a hechos como el caso Santrich. Duarte, con un historial de más de 30 años de criminalidad, dueño del tráfico de drogas en el suroriente del país y con bastos contactos internacionales, sería el nuevo gran ideólogo de las Farc 2.0.

¿Qué pasa cuando se barre, pero no se cierra la ventana? Pues sigue entrando la mugre. De la seriedad de la implementación depende que este premiado proceso no haya sido una mala barrida y hayamos quedado con una ventana no solamente abierta, si no rota. En Colombia debemos entender que las posibilidades de que nos tengamos que enfrentar a unas Farc 2.0 son altas y por lo tanto desarmar a las FF.AA., entregar información privilegiada y bajar la guardia es quedar desnudos para un segundo tiempo, es asegurar un futuro incluso peor para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Decepcionante.

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